miércoles, 15 de octubre de 2014

Sensaciones raras.

Rara.
Esa es la sensación que me sigue produciendo escribir en este nuevo emplazamiento. Me siento rara. Siento este sitio raro. No, no es el sitio. Es la sensación lo raro.
 
Esta semana he recaído en mi resfriado, o lo que sea esto que tengo desde hace más de dos semanas. Molestias en la garganta que van del picor al ahogo a ratos. Pesadez en las sienes y tras los ojos. Dolor de cabeza que a veces es jaqueca y a veces un malestar que conozco y que se diría que viene de lejos o que me retorna a la infancia... no sé bien. Mareo, desequilibrio a ratos. Y un cansancio atroz, sobre todo.
Anoche tenía fiebre. Nada alarmante, no llegaba a 38ºC. Anteanoche tenía frio. No soy (para nada) friolera, pero sentía los pies congelados. Busqué unos calcetines gordos de los que empleo en pleno invierno para andar por casa, pero ni por ésas. Antes de acostarme tuve que ponerlos bajo el grifo de agua caliente y parece que algo se arregló, porque no era solo sensación de frío, no: al tacto tenía los pies helados. Y no son cosas normales en mi, la verdad, que duermo cubierta sólo con una sábana de satén y vestida con una camiseta de manga corta, que sólo en pleno invierno añado una manta y en raras excepciones y sólo si hace muchísimo frío 'tiro' del edredón... Bueno, sólo en pleno invierno y también cuando él duerme conmigo en invierno. De hecho, el pasado mes de septiembre nos tapamos con el edredón..., es más friolero que yo, en el fondo. Y en las formas. Me gusta sentirme desnuda a su lado bajo las sábanas (también en verano terminamos con la sábana por encima, algunas noches. Casi siempre amanecemos, eso, con la sábana tapándonos siquiera parcialmente). Me gusta esa sensación de calor que va más allá del que pueda dar la ropa.

No voy a pensar en eso ahora. No puedo pensar en eso.

Resfriado, o lo que sea. Hasta el fin de semana no voy a poder tomar lo único que de veras me funciona como remedio, que son las aspirinas esfervescentes. A veces he pensado que igual tenían algo de efecto placebo..., pero no. He comprobado que funcionan, o que al menos me funcionan a mí. Pero hasta el viernes, sábado, no puedo tomarlas..., cosas de esos procesos fisiológicos femeninos en que ingerir acido acetilsalicílico puede derivar en una hemorragia, esos detalles.

Mañana ya es jueves, habrá pasado lo peor de la semana. Trabajo sólo por la mañana, como el viernes. Por la tarde intentaré ir a Madrid: esa especie de terapia personal, ese desconectar que es como un chute de oxígeno. Espero no encontrarme peor ni empeorar si voy.
Supongo que un día tendré que dejar de hacerlo, que ya no podré ir cada jueves o cada viernes por la tarde... Y me temo que ese día no esté muy lejos: en cinco semanas se termina mi contrato...
Por eso y por otras cosas, de las que tampoco quiero hablar ahora, en las que tampoco quiero pensar.
Volver a pensar.

Me siento rara escribiendo en este sitio que no exactamente mi blog, no el blog donde he escrito los últimos años. Rara porque sí es mi blog y lo sé, pero lo no es exactamente.
Y en realidad es la propia idea lo que de veras me resulta raro.

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