viernes, 17 de octubre de 2014

Viernes.

Al fin viernes.
La semana no es que se me haya hecho larga..., supongo que porque llega un momento en que uno se adapta a cualquier horario, a cualquier rutina. La semana no se me hace larga (parece que el pasado domingo fue ayer) pero hay horas que se me hacen eternas.

Sigo intentando hacer este sitio 'mío'. Lacocte ha desaparecido totalmente, al pinchar el enlace aparece una página en blanco y la ruta es http://lacoctelera.com/gracias.HTML
El último día era igual...pero en vez de 'gracias' era 'adiós'. Bueno, al menos se despiden y nos lo agradecen...

Mi trabajo supera cualquier límite de lo absurdo y lo inútil, pero ahora no me apetece escribir sobre ello: los fines de semana me obligo a desconectar y punto. Además, la semana que viene trabajo también el sábado: tremendo.

A veces, cuando voy o vuelvo en el metro, o mientras hago cosas rutinarias como fregar los platos o regar las plantas...me sorprendo preguntándome cómo he podido llegar hasta aquí. No pienso en mi pasado (como he escrito alguna vez, no tengo capacidad para la nostalgia. No me lo puedo permitir) pero, a veces... Y entonces casi me cuesta creer que yo en otro momento tuve otra vida. Una vida y una rutina en la que lo que no era creíble es imaginar que involucionaría hasta donde estoy ahora.
Y... Y supongo que mi rutina y mi realidad es tal y tan evidente y tan (a ratos) dolorosa y cutre, que lo que me resulta difícil creer es aquella otra etapa. Una etapa en que mi trabajo era profesión, en que ni siquiera el último de los subordinados de cualquiera que en cierto modo 'trabajase' para facilitarme a mí la vida (es complicado explicar como funcionan algunos sectores) tenía unas condiciones laborales tan pésimas como las mías actuales.

Un día de éstos escribiré sobre qué fue, qué fui, en esos años. Qué era mi trabajo, mi profesión, una profesión en la que no existía el paro (no al menos al nivel en que yo ya estaba posicionada...con poco más de veinte años) hasta que llegó la crisis y atrasó con todo.

He escrito alguna vez que lo único positivo de estos años es haberle conocido. Y es verdad.
Porque lo único positivo (me empeño en seguir viendo puntos positivos a las cosas, aunque a veces parezca que no) es haber conocido 'otros mundos'. Porque uno de los problemas de mi entorno laboral de entonces era la endogamia. Nos relacionábamos entre nosotros, formábamos una especie de sector cerrado: horarios complicados, casi un idioma propio, un cierto nivel económico desahogado... Cuando tuve que cambiar de sector porque no había otro remedio...ni nada más para elegir, también fui descubriendo otros mundos, otras franjas de edad, otras aspiraciones, otra forma de haber vivido los años anteriores...
Creo que él fue...es... una especie de puente entre los dos mundos. Del que vengo (aunque su pasado laboral fuese en otro sector)  al que llegué y donde él ya estaba. Y aunque cuando le conocí y durante meses ni se me ocurrió que aquello pudiera terminar siendo otra cosa en mi vida que lo que veía que era: una compañía laboral diaria agradable, alguien con quien hablar  (en el fondo, hablar de nada, intercambiar palabras entre llamadas), alguien a quien me gustaba oír hablar, alguien que evidentemente venía de otros mundos..., ya entonces tuve claro que igual mi vida daba de nuevo la vuelta y me regresaba a mi 'lugar natural', pero que algo me llevaría de todo aquello y sería el recuerdo de haber coincidido con alguien que valía la pena por encima de todo lo que había sido aquella etapa laboral rara...
Etapa laboral que se convirtió en mi presente. Como él es mi presente en una parte importante de mi vida y de mis sentimientos, aunque haga tanto que ya no es parte de mi vida laboral. Y aunque sepa que no será parte de mi futuro, de ese futuro en que me habría gustado tenerle a mi lado. Siempre.

Al fin es viernes. Y necesito descansar. Y no pensar...

No hay comentarios: