sábado, 6 de diciembre de 2014

Insomnio.


Insomnio.
A  veces olvido que una de las razones por las que el 'portátil' se llama así viene a ser por su propia naturaleza: es portátil. Me lo puedo llevar a cualquier sitio. No tengo que desplazarme a donde él esté para poder emplearlo. Y si tengo conexión inalámbrica a internet también es por eso: para poder conectarme con el portátil desde cualquier punto de la casa (e imagino que algún vecino también, que a veces tengo muy baja la frecuencia de acceso. Por mucho que casi todo el mundo ya tenga internet propio...aun habrá quien piratée la señal de los vecinos...)
Me he habituado a emplear el portátil en el comedor. Lo tengo sobre la mesita de centro, frente a la tele, para poder usarlo sentada en el sofá. No siempre está enchufado: debería tener la costumbre de enchufarlo sólo cuando esté baja la batería...aunque a veces se me olvida y simplemente eso: está conectado a la red eléctrica. Y también eso, y el haber empleado durante años un pc 'convencional' hace que olvide la naturaleza 'portátil' de eso, el portátil.

Estoy escribiendo desde la cama. Son más de las tres y media de la mañana. No puedo dormir.
Tampoco me apetece escribir, la verdad... pero llevo hora y media dando vueltas en la cama...y se me ha ocurrido como recurso.
Tenía calor. Me quedé dormida en el sofá arropada por una de las mantitas, con una camiseta de manga larga (en realidad es un viejo camisón, de cuando dormía en una casa sin calefacción. Tiene muchos años, curioso que me valga la talla), calcetines gruesos... El radiador del comedor lleva más de 24 horas apagado (es una avería. No deja de perder agua..., aunque eso sea otra historia. Otra historia y una de las razones por las que ayer apenas dormí) y hoy el día ha sido frio. En el resto de la casa hace calor: calefacción comunitaria. Y al meterme en la cama...pues eso: calor. Me quité los calcetines (raramente duermo con ellos, salvo que la noche sea especialmente fría o yo no me encuentre bien). Hace un rato me he puesto una camiseta de algodón: es con lo que suelo dormir. Pero aun así... Insomnio.

Le echo mucho de menos. Mucho. He hablado con él esta tarde. Una hora más o menos. Y no le he dicho que no me encuentro bien anímicamente. Para qué, si le va a dar igual. Así que me conformo con lo básico, con lo habitual: oírle hablar. Hace mucho que tampoco me habla de él, de sentimientos, de sensaciones. Todo viene a ser casi un monólogo monotemático sobre su trabajo, sobre su empresa. Lo tengo asumido. Tengo asumido tanto que no le importo en lo más mínimo como que en realidad lo único que le importa..., o mejor dicho, de lo único que va a hablar conmigo es de eso. De su trabajo en esa empresa.
En realidad, no hay otra razón ni otro tema de que pueda hablarme. Yo nunca he sido otra cosa que alguien que durante medio año fue 'la compañera de su izquierda'. A estas alturas de la película lo tengo asumido. Ya lo he asumido, aunque durante un tiempo creyese ser otra cosa. Incluso aunque llegase a creer que allí pudiera haber sido otra cosa para él.
Da igual, ya da igual. Un día escribiré exclusivamente sobre este, ese, asunto.

Se termina el año: tres semanas y media para el final.
Probablemente debería dejar de llamarle, de intentar verle. Cada vez es más y más evidente su desinterés hacia mí. Cada vez me es más evidente: el desinterés supongo que fue siempre, era yo quien quería ver, notar, otra cosa.
A veces me olvido de que el 'portátil' es portátil. A veces me olvido de que no le intereso ni le importo.
Supongo que el paso de los años debe ir afectando a mi envidiada memoria: debe ser que a veces me olvido de quién soy actualmente en realidad. Alguien que no produce el menor interés.

Son casi las cuatro. Debería volver a intentar dormir. Apagar esto, arrebujarme en las sábanas, cerrar fuerte los ojos. Dejar de llorar o seguir haciéndolo sin pensar en porqué, porque realmente hay tantas razones que no hay una sola. E intentar quedarme dormida. Por simple agotamiento, como tantas noches.

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