domingo, 5 de febrero de 2017

Pedacitos.

Esta pasada noche soñé que me había cortado el pelo.
Mejor dicho, en mi sueño llevaba el pelo más corto. A la altura de los hombros, creo recordar. Como lo llevé durante años: media melena, cubriendo el cuello, unos centímetros cayendo sobre la espalda como mucho.
Ahora lo tengo casi por la cintura.
No sé cómo, en el sueño, pasé a llevarlo corto. Lo único que recuerdo es que comentaba que me lo había dejado crecer durante años (la verdad es que me crece poco y de forma desigual: se me cae muchísimo y al final tengo que ir cortando para igual los pelos que sí crecen sin llegar a caerse de modo que la melena vaya teniendo un aspecto aceptable) y que lo había tenido por la cintura, como cuando era cría. Creo que lo contaba a alguien que no me había conocido antes o que acababa de conocerme y no terminaba de creerlo. No sé. Cosas de sueños.

También soñé que se me había roto la cámara de fotos. Que se había desarmado, más bien. Pero no recuerdo si había sido consecuencia de un golpe o si, sin más, se había deshecho. Como se ha deshecho en mi mundo real la cuerda de la persiana de mi dormitorio estos últimos meses.
Tampoco sé si el sueño de mi pelo corto y el de mi cámara rota era uno sólo o si fueron dos más o menos correlativos.

Sueño cosas raras que parecen reales. Que recuerdo al despertar, aunque luego se vayan diluyendo en la realidad, en el lado real de la vida. Me quedo dormida en el sofá, aunque luego me traslade a la cama a poco más de las doce (la televisión se apaga sola), aunque algunos días me vea tentada de quedarme dormida hasta que empiece a amanecer y tenga que salir corriendo hacia el baño, recoger la ropa del dormitorio e irme a trabajar sabiendo que ya llegaré tarde....
Pero no lo hago. No me quedo en el sofá y despierto en mi cama antes de las seis, aunque haga tiempo para apagar el despertador a las seis y media e intente aguantar diez minutitos más...

Sueño con cosas que se rompen. Mi cámara, que es una extensión de mí misma. Mi pelo, que tanto me ha costado dejar largo.
No hace falta darle muchas vueltas para entender que mi subconsciente está reflejando en sueños mi vida y mis proyectos, ésa que ya no me importa demasiado; ésos, hechos pedacitos.

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