miércoles, 15 de mayo de 2019

Último festivo.

Semana complicada en que lo único salvable ha sido el día festivo de hoy. No porque haya hecho nada excepcional, sino porque conllevaba no tener que ir a trabajar.
Mejor dicho: no tener que ir al sitio donde trabajo.

A mí trabajar no me ha molestado nunca. Es más, he sido una adicta al trabajo durante años, librando sólo los domingos, teniendo si acaso una semana de vacaciones en verano... Y no pasaba nada: me gustaba mi trabajo. Vivir para trabajar y trabajar para vivir era la misma cosa. 
Nada que ver con lo que hago ahora a cambio de una nómina más o menos fija y de cantidad de lo más variable.

Éste miércoles ha sido el último festivo del año, prácticamente hasta navidad. 

Hasta este empleo que tengo ahora..., o hasta este sector en el que trabajo desde hace años, nunca me preocupó cuando caían los festivos, si había o no un puente, si las navidades eran días entresemana o domingos.
Ahora lo miro y lo calculo con semanas de antelación. Que no voy a dedicar esos festivos a nada excepcional, que simplemente es para no ir al trabajo.

No estoy bien. 
No lo estoy físicamente y tampoco me encuentro bien mentalmente. Probablemente lo uno sea culpa de lo otro, pero no sé en qué orden. 

Dieciséis de mayo.
Y no quiero ir a trabajar. Y no puedo evitarlo.

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