Hará cerca de 40 años que no me ponían una vacuna.
Bueno, igual algún año menos..., pero la verdad es que la última que recuerdo es una específica 'para niñas', por eso calculo que debe hacer casi 40 años.
Ayer me pusieron otra. Una que, al parecer, sí tendría si fuese más joven, porque entró en el calendario de vacunas obligatorias en los 80 (según me explicó ante mi duda la doctora del hospital). Las posibilidades de que me pueda contagiar de la enfermedad contra la que me han vacunado son muy remotas...pero mejor prevenir. Sobre todo porque si por una extraña razón me contagiara...entraría en el hospital para no salir, más que probablemente.
Ni me dolió el pinchazo, ni se supone que esto tiene efectos secundarios. Pero anoche dormí fatal (y eso que me acosté cerca de las 3 de la mañana, tras verme de un tirón una película de casi 3 horas y seguir vagueando un rato frente al televisor, precisamente para que me entrase sueño) y he pasado todo el día rara y cansada. Intentando beber mucha agua, que eso nunca me va a venir mal (anoche tenía sed. O estuve soñando que tenía sed: hay noches en que no tengo claro qué es real y qué sueño).
A ratos, no sólo hoy, me entran arrebatos de necesitar limpiar y ordenar. Y me encuentro rodeada de sillas, de libros, de cds, con el cable de la aspiradora enredado entre el caos, la alfombra a medio quitar o medio poner y la mesa del comedor en mitad de todo eso...porque de repente he decidido que tengo que quitarle bien el polvo a todo y dar la vuelta a la alfombra.
Y termino sudando, porque realmente no hace frío aún. Y tampoco luce tanto lo que acabo de hacer: igual porque es necesario cambiar las cosas para que todo siga igual.
Hoy se esperaban grandes lluvias. Y tras todo el día medio nublado, al final sí ha llovido con ganas durante media hora, cuando ya anochecía. Granizada y lluvia.
Pero menos de lo previsto. Ahora mismo no corre ni una ligera brisa.
Mañana veré cómo está la terraza, que ha llegado a estar empapada, al igual que los cristales de la terraza (porque llovía en esta dirección).
Llevo 3 semanas sin verle.
Hace 3 semanas justas pasó la noche conmigo. Desde la mañana siguiente, sábado, sólo hemos hablado una vez. Diez días más tarde y hace otros diez.
Por supuesto, le he llamado otras veces. Pero ya es habitual que ni me llame ni me devuelva las llamadas.
Me conformo con que, al menos, me responda los sms que le envío casi todas las noches para desearle eso, las buenasnoches. Como no hay reacciones cuando intento decirle alguna otra cosa..., al final también yo termino desistiendo.
Como terminaré desistiendo en mis intentos de hablar con él.
Hace 3 semanas planificó que nos volviéramos a ver antes de que acabase el mes. Esos planes los hace sólo él: yo simplemente los acepto, porque en esos momentos me los creo. Siempre me los he creído, aunque la experiencia me dice que luego no será posible...pero me lo quiero creer. Cuando estoy con él o cuando no lo estoy, pero está planificando cosas en las que yo puedo estar incluida, me creo lo que me cuenta.
Quiero creer en algo, supongo.
Lo último que me dijo hace casi 3 semanas, cuando nos despedimos, es que hablaríamos a mediados de la semana que empezaría dos días después. Que hablaríamos el martes o el miércoles. Eso suele querer decir que le llamaré yo (ya sé que no me va a llamar).
Hablamos el martes, sí, pero una semana más tarde de lo planificado. Y aunque la despedida fue un 'hablamos el sábado', mañana será una semana de ese sábado en que tampoco hablamos.
Y hay momentos en que me pregunto qué hice mal hace tres semanas. Qué no hice, qué debí hacer de otro modo. Porque seguro que fallé en algo y este silencio y esta distancia es la consecuencia.
Y hay momentos en que esa idea me parece una tontería y me la quito de la cabeza. Y me explico razones y hasta me invento excusas.
Y luego simplemente deseo lo que he deseado siempre para él: que sea quien sea con quien esté, le haga feliz. Ya que yo nunca he sabido cómo hacerlo (y, obviamente, ya no lo podré hacer: ya no hay tiempo, ya no hay factores sorpresa, ya no hay interés alguno por su parte y sí mucho cansancio hacia mí) que quien quiera que sea esa o esas personas le estén haciendo feliz cuando esté con ellas.
A mí ya no me queda el menor resquicio de sensación de celos. Es curioso. Cuando una sabe que es 'la otra', se dejan de sentir celos. Cuando se sabe que ni siquiera entra en el exclusivo apartado de eso, ser 'la otra', sino que es una más..., aun menos.
Con él he lamentado no ser más joven, no ser guapa, no pesar 20 kilos menos, no tener las piernas que tenía con 25 años, no tener más pecho y la piel firme. No poder darle nada que pudiese desear tener. No ser más inteligente o más ingeniosa. No saber qué hacer, en definitiva, para gustarle y sentir que le gustaba.
Y ya tampoco hay remedio para eso.
Hace 3 semanas proyectó que nos viéramos este viernes, mañana sábado. Aunque yo sabía que no sería, en ese momento, desnuda a su lado, quise creérmelo.
Para esta noche anunciaban grandes lluvias. Temporal o tormenta.
No llueve. Ni siquiera hay viento.
No sé nada de él.
Estoy cansada. Igual son los efectos secundarios de una vacuna que, en teoría, no tenía que producirme ninguno.
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