viernes, 24 de enero de 2020

Viernes extraño de una semana extraña.

Viernes extraño para completar una semana igual de extraña.

No me he vestido. Me puse una bata finita tipo kimono sobre la camiseta de algodón con la que he dormido. Hasta hace un rato llevaba una especie de zapatillas-calcetín sobre los calcetines de dormir, ahora estoy tumbada en el sofá con el portátil sobre las rodillas flexionadas y las zapatillas estarán bajo la mesa. 

No desayuné. O sí, tampoco sé bien cómo definirlo. Sí me tomé un zumo de naranja casi a mediamañana, sí me tomé luego un café y un croissant de chocolate, de ésos que yo llamo 'sintéticos' porque vienen en bolsitas individuales dentro de un paquete y duran semanas sin ponerse duros, sí desayuné o lo que sea eso en torno a las dos de la tarde. 

He dicho que no a un trabajo que, a priori y objetivamente, era una buena oportunidad. Y aún no sé explicarme claramente porqué. No me arrepiento tampoco, de eso estoy segura (al menos ahora) pero tampoco soy capaz de explicarme claramente los motivos por los que lo he hecho.

El pasado lunes raro (y blue) me llamaron por sorpresa para decirme que habían seleccionado mi currículum. Un currículum que envié en octubre para una oferta que debí encontrar incluso antes (y que descarté, por horario). Las condiciones económicas eran buenas. Acepté acudir a la entrevista.
El lunes me fui a comprar unos botines. Me dí el baño de color en el pelo. Repasé con la plancha unos pantalones 'de vestir' y un jersey clásico. Me pinté las uñas. Y me dije que era la mejor oferta que me habían hecho en bastante tiempo.
El martes fui a la entrevista. Centro bonito de Madrid, edificio de oficinas que no pega con el entorno ni echándole imaginación. Entrevista muy larga para la que me tuvieron casi una hora esperando. Larga, de usted, muy profesional. Muy 'defínase con cinco palabras', 'puntuese con respecto a estos términos'. He decidido que mi edad tiene que ser un plus en mis entrevistas. 'Veo que tiene una alta rotación en cuanto a número de empresas en las que ha trabajado'. 'No, no tengo una alta rotación. Todo lo contrario. Lo que tengo es muchos años de experiencia laboral. Y los diez últimos en el sector de la televenta, que es muy inestable, y aún así he estado largos periodos en cada una de esas empresas'.

Me dieron el visto bueno. Sé que les hice, además, gracia. 

Supongo que, cuando se sabe que tampoco hay mucho que perder, una se desinhibe. Quedaron en pasar mis datos a la persona que debería tomar la decisión de si pasaba o no a la siguiente fase del proceso (otra entrevista) y que me llamarían con lo que fuese.

No pasó más de media hora y ya me habían llamado para citarme a una segunda entrevista, en el departamento de televenta en el que, de llegar a un acuerdo, trabajaría.
Ayer fue esa segunda entrevista. Oficinas también céntricas, también bien comunicadas. 
Ambiente raro. Menos agradable.
Horario que no me gustaba. Ya lo dije en la entrevista anterior: busco turno de mañana. Planteé esa opción, me dijeron que igual se podía estudiar. Lo volví a plantear ayer (como dije antes: cuando no hay nada que perder...). Existía esa opción, sí, pero quizá dentro de meses... Y no sería exactamente 'horario de mañana', sino una especie de jornada partida, con hora y media para comer...
Quedaron en llamarme con lo que fuese.

Esta mañana al levantarme, a más de las diez, ya tenía dos llamadas perdidas, dos mensajes en el buzón de voz. Estaba seleccionada para incorporarme a la empresa el próximo lunes. Necesitaban mi documentación cuanto antes. 
Necesitaban hablar conmigo.
No sé en qué momento entre esa hora y las doce he decidido que no, que no iba a aceptar la oferta. 

Sí sé que he hablado con la responsable de RRHH, que he puesto una excusa (perfectamente creíble: otra supuesta oferta, otro proceso de selección, una empresa más cerca de mi casa... Es mentira, pero creíble). He quedado en llamar para dar la respuesta definitiva (en mi llamada-excusa he dicho que en ese momento estaba en la entrevista, tercera entrevista para una imaginaria oferta y que tenía que concretar...). 
Finalmente he dicho que no. No he cerrado la puerta al 100%: igual más adelante. De hecho, ha sido la responsable de RRHH, la misma que me entrevistó 'de usted' el martes, quien lo ha planteado así: si algo falla, llámanos.

He rechazado un trabajo a jornada completa, en una oficina céntrica y un barrio que más o menos me gusta, con un sueldo por encima de los sueldos de supervivencia del sector...cuando estoy desempleada y sin nada a la vista.

Y son casi las nueve de la noche y sigo en camiseta de dormir.
He estado planchando las sábanas. Me he preparado unos fideos chinos casi instantáneos (aunque se hacen al fuego, hirviéndolos) que he comido en torno a las seis de la tarde. Yo no como esas cosas, hacía quizá más de un año que no lo había hecho.
No he hecho nada en todo el día.

Estoy muy baja de ánimo. También soy consciente.

Probablemente me arrepentiré de la tontería que he hecho hoy. La razón que me doy para haber rechazado este trabajo es que no me apetece trabajar hasta las nueve de la noche (yo, que durante años, muchos años, entraba a trabajar sobre las diez de la mañana, paraba un rato a mediodía y me daban más de las nueve de la noche en la oficina. Yo, que tuve ese horario de salida del trabajo durante más de tres años cuando cambié de sector y empecé en el de televenta). 
Estoy baja de ánimo. En general.

Ha sido una semana rara.
El lunes, al menos, tenía la ligera esperanza de verle hoy viernes, mañana sábado. 
El martes ya me confirmó que no sería así.
No me contesta a los sms de buenasnoches.
Supongo que su traslado de emplazamiento laboral también ha conllevado otros intereses, otras personas.
Supongo que no debo llamarle ni escribirle.

Y supongo que debería haber aceptado ese trabajo, cuyo horario ya habría servido como excusa para no poder hablar con él ninguna noche, no poder quedar ningún día, romper de una vez unos lazos que sólo existen para mí, que para él nunca han existido.
Viernes deprimente para una semana que ni siquiera puedo calificar como 'de mierda' porque sería injusta con la realidad.
Viernes extraño de una semana extraña.

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