sábado, 29 de abril de 2023

Cansancio más allá de lo físico.

 Cada vez me cuesta más mantener el control sobre mi propia vida.

Mi entorno físico (mi dormitorio, comedor, cocina, baño, recibidor..., el resto de la vivienda es desde hace años una especie de trastero donde apenas entro. Es como si no fuese parte de mi casa) tiene un aspecto caótico. Las cosas se acumulan sin ton ni son ni visos de ser recogidas de ahí. Planché ropa en algún momento de semanasanta (previo lavado: los jerseis y similares prendas de invierno) y desde entonces cuelgan en sus perchas del picaporte de la puerta del comedor, sobre los respaldos de las sillas en que terminaron cuando necesité la percha para colgar alguna otra prenda recién lavada, en cualquier lugar. Sobre el sofá lleno de cojines que no suelo usar para nada hay más ropa: seguramente lleva ahí meses. Lo que recojo del tendedero de la cocina acaba sobre el baúl-asiento de mimbre del recibidor, y de ahí recojo prendas que necesito ponerme en el transcurso de la semana: calcetines, bragas, sostenes...Veo aparecer dos bufandas bajo otras cosas, en una silla, y deduzco que llevan ahí desde el mes de febrero, mínimo. Imposible detallar qué hay sobre las mesas...

El resto de la vivienda está igual. 

El cubo de fregar el suelo está casi enmedio, junto a la puerta que da paso al pasillo que conduce al resto de la casa. La fregona, al otro lado de la puerta. No sé el tiempo que llevan ahí, seguramente he fregado el suelo dos veces este mes de abril y ni siquiera he llevado estos utensilios a su sitio, que es la terraza-tendedero de la cocina. 

En mi dormitorio se acumula ropa. Sobre el piecero de la cama, sobre el taburete artesanal, sobre el baúl pequeño de madera, algunas cosas ya directamente en el suelo. Seguro que hay cosas que dejé de ponerme el pasado otoño. Cambio las sábanas cada dos semanas (seguro que alguna vez han sido tres, antes las cambiaba cada semana), dejo las mencionadas prendas sobre cualquier sitio, hago la cama cuando las sábanas lavadas ya están secas y la ropa sigue sin guardarse. 

Todo así.

La cocina tiene limpias las superficies de uso cotidiano: cocina de guisar, fregadero, encimera junto al microondas, interior de éste. Pero se acumulan en el suelo botes, botellas, bolsas, catálogos de supermercados.

Planifico 'hacer cosas' aprovechando el sábado por la mañana: buena luz, sueño nocturno suficiente. Las aplazo para 'esos puentes festivos' en que tendré más tiempo.

No hago nada. 

Son más de la una y media del mediodía y apenas si he barrido un poco el comedor. Hace semanas que no uso la aspiradora. 

Y no solo es mi entorno doméstico. Es todo.

Me ducho y lavo el pelo por elementales cuestiones de higiene. Me cambio a diario de ropa, también por un 'algo' de coquetería. Me doy algo de rímel, de brillo en los labios. Pero sé que si no tuviese que salir a la calle para trabajar, igual ni lo hacía. 

Porque no me apetece. Porque lo único que quiero es dormir (duermo fatal. No sé si 'poco', pero fatal). Porque pasaría el día en camiseta y, si acaso, me pondría un pantalón de chándal y una sudadera (mi casi uniforme los fines de semana) para bajar a reponer comida: leche, algo de verdura, yogures... También me cuesta mucho ponerme a cocinar cualquier cosa. Yo, que no tomo ultraprocesados ni me gustan los precocinados, estas últimas semanas he comido pizza, pollo de burguer, seguro que alguna cosa similar más. Por la presunta comodidad de 'no ponerme a cocinar'.

En realidad, es que ni siquiera me apetece comer. Como por hambre y eso me lo puedo quitar con una bolsa de patatas fritas o unos frutos secos. Sobre la mesa baja frente al sofá, entre un sinsentido de papeles, tickets, tubos de pegamento, limas de uñas, algún frasco de esmalte que puede llevar ahí meses, cintas adhesivas, cables usb, complementos tipo pendientes-colgantes, bolígrafos..., también veo dos o tres bolsas (¿vacías, semivacías?) de snacks, un paquete empezado de galletas tipo barquillo rellenas, otro de tortitas de arroz inflado, un bote de plástico con alguna almendra... Seguro que hay más cosas en ese revoltillo que no sé por dónde empezar a limpiar y ordenar.

Estoy tremendamente cansada. Y no solo físicamente. 

Se termina abril. Tengo por delante cuatro..., bueno, ya tres días y medio de fin de semana unido a dos días festivos. Tengo docenas de tareas pendientes.

Y no tengo ni ganas ni fuerzas para hacer nada.

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