martes, 3 de octubre de 2023

Vasos comunicantes.

 Siempre he dicho que las cosas pasan cuando tienen que pasar. 
O sea, que todo pasa por algo y pasa justo en ese momento porque si pasara en otro cambiaría lo que estuviese previsto a partir de ese momento.
El problema es que muchas (muchísimas) veces no sé porqué pasan algunas cosas inesperadas.

Yo tenía previsto incorporarme ayer, dos de octubre, a un nuevo trabajo.
Y estoy escribiendo esto desde el sofá de mi casa y a las diez y pico de la mañana. O sea, que no estoy trabajando.

¿Qué pasó? Pues una de esas cosas totalmente inesperadas, obviamente. 

La semana pasada (¿lunes, martes?) mi fregadero dio muestras de no estar muy por la labor de desaguar con normalidad. Lo vi mientras recogía los platos-vasos-tazas-cubertería acumulados de dos o tres días y, a la vez, me preparaba algo para comer. Tampoco me preocupé porque, tampoco, era demasiado grave. Recogí el menaje ya fregado (o lo aparté dejándolo sobre los fogones), añadí un chorretón de líquido desatascador en los desagües...y poco más. 
Estuve controlando el tema (también sin obsesiones) esa tarde, al día siguiente...y sin obsesiones a ese respecto siguió mi vida (que bastante tengo ya con el resto de facetas, donde demasiadas cosas no van como me gustaría). 

En el transcurso de la semana terminé de concretar mi incorporación a una de las empresas en donde estaba seleccionada para hacerlo, hice dos o tres entrevistas (un poco 'por compromiso'), recibí la llamada de aquella en que me entrevistaron a finales de julio para ver si estaba aún 'buscando', ordené algunas cosas por casa, estuve más de dos horas hablando por teléfono con J.A. (en teoría habíamos quedado ese mismo día para 'tomarnos un café' y, ya se sabe...aplazamiento sucesivo), decidí no volver a sacar el ventilador a pesar de las altas temperaturas que volvían a marcar los termómetros...

Y llegamos al sábado.

A media tarde y ya bastante después de comer (y comí a la hora de merendar..., ya se sabe, mis horarios...)decidí que era momento de fregar los platos acumulados y preparar el gazpacho para el día siguiente. Y..., sí, mi fregadero empezó con los mismos síntomas que a mediados de semana.
Como las tiendas cierran tarde (y no serían más de las ocho) bajé a por un par de botellas de líquido desatascador. ¿Planes? Añado uno y dejo el otro en reserva, para añadirlo en plan mantenimiento periódico.

No me voy a alargar mucho con los detalles. El desagüe cada vez iba tragando de manera más lenta. Mi fregadero tiene dos pilas: del desagüe de una de ellas el agua se iba a la otra, se llenaban las dos mientras tuviese el grifo abierto...y se iba vaciando lentamente. Muy lentamente. Tanto como para tardar media hora en vaciarse más o menos un tercio de agua en cada seno del fregadero (¿tres, cuatro litros? No lo he calculado nunca.
Así estuve hasta más de las dos de la mañana. Controlando cuanto tardaban en vaciarse las dos pilas del fregadero. Y con la sensación (incómoda) de que eso cada vez iba más lento...
Esa noche añadí una botella entera de desatascador (la otra ya la había ido añadiendo) al agua acumulada...partiendo de la base de que, como decía la etiqueta, actuaría esa noche y arrasaría hasta con el atasco más persistente.

A las siete y pico ya estaba despierta de nuevo (duermo poco, desde siempre). Serían las ¿ocho y algo? cuando fui a ver cómo estaba el tema. Pilas sin agua acumulada. Aparte problema resuelto, ¿no?
Abrí el grifo, empezó a correr el agua...y de un seno se fue al otro, desagües respectivos mediante. El principio de los vasos comunicantes en el sentido más práctico de la vida. Y ahí se quedó, sin que pareciese tener prisa en irse.
Como el proyecto ya estaba hecho (por la mañana, ya que salgo a por el periódico casi en plan excursión, pasaría por un hipermercado y compraría otro producto desatascador más potente, además de la clásica 'ventosa' con mango para mover el agua por succión) pensé que la solución sería cosa de un rato...

Creo que nunca había ido tan temprano a por el periódico. De hecho, tuve que esperar casi 20 minutos a que abriera el mencionado hipermercado, que los domingos abre a las diez de la mañana...

Cuando volví, creo que el fregadero había vuelto a vaciarse (o sea: el atasco existía, pero no era completo. El agua se iba yendo...a su ritmo). Volví a hacer la prueba más sencilla: abro el grifo a ver si ya 'traga' con normalidad...y se repite el problema: de una pila a otra y lo ha descrito antes. Estreno la ventosa, con ganas (y ya no sé si también con guantes. Porque a esas alturas ya tenía varios cortes que no sé con qué me los había hecho, rozaduras y claras quemaduras por contacto con sustancias abrasivas. Sí: la tarde anterior sí usé guantes...pero no sé ni en qué momentos, ni en qué estado estaban éstos), por uno de los desagües aparece algo de suciedad...y simplemente pasa eso: que el agua se queda turbia. Porque sigue ahí. 

Añado media botella del líquido, éste denso y caro, desatascador, repartiendo entre ambos senos del fregadero y poniéndolo lo más cerca posible del desagüe. En la etiqueta (y en los anuncios de la tele) dice que desatasca en cinco minutos, incluso los atrancos más complicados. También en la letra pequeña de la etiqueta dice que, a veces, debe dejarse actuar más tiempo...
Una hora más tarde, el agua estancada no ha bajado ni un milímetro. Lo que era una 'cañería lenta' pasó a ser 'una cañería parcialmente atascada' para convertirse en 'una cañería totalmente atascada'.

Y, a esas alturas, yo me he convertido en alguien completamente histérico. O ni eso: alguien totalmente angustiado. Alguien que en menos de 24 horas y, tras tres meses y medio en casa, uno de los cuales de baja médica, medio oficialmente de vacaciones y otro mes y medio agotando el paro, se incorporaría a un nuevo trabajo.

Me preparé un café. El agua del fregadero seguía ahí.

Las instrucciones del producto desatascador dicen que se deje actuar, sin más. Yo decidí 'ayudar' dándole a la ventosa de succión (sí, con guantes. Que ese agua acumulada llevaba todo tipo de sustancias corrosivas). Aquello no se movía. Si acaso, descubrí que por la parte inferior caía alguna gota (afortunadamente, dentro de un cubo de plástico donde tengo algunos productos de limpieza, bajo el fregadero). 

Me tomé el café. Tenía un fregadero completamente atascado. Tenía prevista una incorporación laboral en menos de 24 horas.
Busqué la dirección de correo. Busqué el número de teléfono (bien: es un móvil). Escribí un whatsapp. Redacté un mensaje de correo electrónico.
Los envié al teléfono y la dirección de email de la persona que era mi contacto en la empresa que me esperaba al día siguiente. Resumiendo la situación. Pidiendo y reiterando las disculpas: no, no podía incorporarme. Lo intentaría solucionar en el transcurso del lunes (ése era mi plan: buscar un fontanero, desatascar el desagüe, ir el martes a empezar en ese trabajo). Sabiendo que, en el peor de los casos, esa persona leería mis mensajes el mismo lunes...salvo que fuese tan obseso como yo y tuviera desviados el correo profesional al personal y el móvil de empresa estuviese siempre disponible.
Sí: debe ser tan obseso laboral como yo, porque me contestó casi al momento. Que no me preocupase, que resolviera el problema, que hablaríamos el lunes...

El agua de mi fregadero, tres horas y pico después de añadirle el desatrancador infalible, seguí completamente estancada. 

Como cada domingo me fui a comer a casa de mi madre (también porque suelo llevarle provisiones y tal). La diferencia es que a esas alturas estaba presa de un ataque de nervios. Además, me dolía mucho la piel de las manos (pese a haber dormido con una buena capa de crema con propiedades cicatrizantes). 
En el trayecto, fui buscando contactos de fontaneros cerca de mi casa. Para empezar a llamarles el lunes por la mañana.

Pasé todo el día atacada de los nervios. Sin ser capaz de entender por qué motivos aquello estaba pasando. ¿Tres meses y pico en casa...y, a falta de unas horas para incorporarme a un trabajo, se me subleva el desagüe del fregadero? ¿En serio?

Cuando volví a mi casa, a más de las diez de la noche , me recibió un olor a lejía intenso. Muy intenso (y eso que debido al calor tengo las ventanas abiertas). Fui directamente al fregadero (sin siquiera descolgarme el bolso del hombro). Sin agua, con cercos blanquecinos del agua y el resto de los productos. En esas nueve horas el producto había hecho efecto: bien.
Abro el grifo, claro. Empieza a irse el agua por el desagüe de la pila izquierda (bien). Empieza  a aparecer por el desagüe de la pila derecha. Cierro el grifo: el agua se queda estancada. 
Y a mí me da otro ataque de nervios.

En la siguiente hora y media, dejé en algún momento el bolso en la silla del comedor. Recogí un poco la cocina (a esas alturas, en estado de semicaos). Bajé la basura (no suelo hacerlo a esas horas.., pero qué más daba). En cierto modo, creo que me estaba preparando para la visita del fontanero. El agua no bajaba ni un milímetro. Mojé, bajo el grifo abierto, una bayeta para limpiar las encimeras. Puse la tele. Me puse una de las camisetas grandes con las que duermo. Me pareció que el agua acumulada estaba descendiendo lentamente... Miré un rato la tele sin prestar atención, trasteé un poco en internet. En uno de los paseos a la cocina vi que el agua había vuelto a bajar...lentamente (confirmando que, al menos, el atasco no era total y absoluto). Volví a echar agua. Supongo que seguí con la casi rutina instintiva de comerme un yogur frente a la tele, doblar algunas prendas quitadas del tendedero, observar el desaguado del fregadero (iba bajando lentamente el nivel: tragaba, pero muy lentamente). Revisé webs de empresas de fontanería de mi municipio, mirando cuales tenían servicio de 'desatascos de fregadero', mirando opiniones... El agua se iba yendo de las pilas, lentamente. Sentada en el sofá y teniendo ya claro que, obviamente, no me podía incorporar al trabajo el lunes (en unas horas a partir de ese momento), y sin comprender por qué estaba pasando todo esto...porque sí tenía claro que debía existir alguna razón (¿evitar que me incorporase a ese trabajo? ¿decirme que llamase al responsable de rrhh que me volvió a llamar el viernes, dos meses y pico después de nuestra entrevista, para ver si seguía buscando?) y que no era capaz de entenderlo, más allá del ataque de nervios que me había provocado y lo mucho que me dolían las manos (descubrí dos cortes abiertos, uno con mala pinta) en el siguiente paseo vi que prácticamente se había ido todo el agua acumulada (nada nuevo, en realidad, porque así llevábamos más de veinticuatro horas). Volví al sofá y decidí que, si se vaciaba del todo, añadiría agua caliente (en mi casa sale muy, pero que muy caliente). Que seguramente eso lo había hecho durante todo este tiempo, o alternándola con la fría. 

A las doce menos algo no había agua, o era muy poca, en el fregadero. Abrí el grifo caliente: empezó a caer en la pila de la izquierda...empezó a aparecer por el desagüe de la derecha. Nada: fregadero atascado. Sin más. Se volvió a acumular...dejà vu de las últimas horas. Vasos comunicantes reiterados.
Dejé unos tres centímetros de agua en ambas pilas y decidí que, en fin, en el peor de los casos tendría que esperar un fontanero, tendría un gasto con el que no contaba (a sumar a los escasos ingresos de los dos últimos meses), retrasaría un día mi incorporación a un trabajo que, francamente, tampoco va a tener un sueldo más allá de la mera supervivencia...
Y vi que el agua se estaba yendo por el desagüe. A más velocidad (o me parecía a mí) que en las últimas 24 horas.
Cuando prácticamente se había ido, volví a abrir el grifo (ya sabemos: vasos comunicantes y tal). Se iba por el desagüe izquierdo, aparecía por el derecho...pero no llenaba el fregadero. 

Puse el tapón. Llené parcialmente la pila izquierda. Tiré del tapón: sí, se iba pasando al derecho...pero también iba tragando. 
Repetí la operación con la pila derecha: tapón, llenado, destapar... El desagüe hacía un ruido gorgojeante casi gracioso. Algo aparecía por el desagüe izquierdo...pero tragaba.

Miré el reloj del microondas (no sé por qué). 
Eran las doce y tres minutos de la noche.
Y mi fregadero, de repente, tenía espíritu de Cenicienta. 

Como una boba (bueno, no: como alguien que llevaba más de 24 horas al borde de la histeria) creo que estuve más de una hora abriendo el grifo, llenando ora una pila, ora la otra. Viendo que el agua se iba (más o menos rápidamente, apareciendo algo por el desagüe contrario...pero también con cierta normalidad). 

Y flipando. Juro que flipando con toda la historia. Flipando ante lo absurdo de verme a mí misma alucinada por algo tan cotidiano como ver el agua desaparecer desagüe abajo. Por mi angustia de las últimas horas. Por el simple hecho del atasco (¿por qué se había producido? Tengo una doble rejilla en cada desagüe, limpio a conciencia de cualquier residuo de comida cada plato antes de fregarlo, el poco aceite usado que me queda tras freir algo va directamente a una botella de plástico que una vez llena va al correspondiente contenedor...). Por no entender tampoco porqué no habían funcionado los líquidos desatrancadores según lo previsto (o sí, en realidad, pero mucho más tarde de lo que decían las etiquetas).

No sé.
Las cosas pasan cuando tienen que pasar. Todo pasa por algo.

Existe el llamado 'efecto mariposa': sí, ése que dice que el aleteo de una mariposa en un extremo del mundo puede ser el origen físico de un huracán en el otro extremo.
La mejor forma de explicar en qué consiste el 'principio de los vasos comunicantes' es con un conducto común de fregadero con dos pilas y un desagüe único a la tubería central.
Y mi fregadero, con espíritu de Cenicienta, por lo que sea decidió que yo no comenzase mi nuevo trabajo el dos de octubre.

Sigo en estado de flipe absoluto. En casa, casi a las doce del mediodía, escribiendo esto a ratitos.
Imagino que mañana me incorporaré al trabajo. 

(Aunque, antes y como plan inmediato, tengo que poner la lavadora...)

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