domingo, 26 de noviembre de 2023

Levantar castillitos de humo arrastrando ladrillos de granito.

 Agotada. 

Llego al viernes por la noche absolutamente agotada. Supongo que porque llego así a la noche del lunes, martes, miércoles y jueves. Porque ya me levanto cansada y a lo largo del día (transporte público, trasbordos, retrasos, trayecto a pie para llegar al trabajo desde el último trayecto en metro, trayecto a pie para llegar a mi casa desde el último trayecto en tren) solo consigo acumular más cansancio.

No me cunde el día. No hago nada de provecho. Terminar a las siete de la tarde los viernes, aunque ese día teletrabaje, me produce desazón. Supongo que porque, desde que de trabajar 'en lo mío' (y de eso hace casi 20 años, así a lo tonto) nunca había salido de trabajar un viernes más tarde de las cinco (con la única excepción de algún viernes que cambié el horario y trabajé 'de tarde', como también trabajé algún sábado). 

Mi trabajo no es difícil, no es cansado, no es duro. El ambiente es bueno (aunque admito que no me apetece demasiado 'integrarme' al 100%. Gente maja pero con la que no tengo muy claro si tenemos o no cosas en común), no hay gritos, no hay enfrentamientos, no hay jefes inquisidores. Alguna vez he pensado que éste habría sido el trabajo ideal hace trece, catorce años... Pero ahora me pilla mayor. Y cansada.

Y triste. Porque estoy y me siento triste.
No entiendo su silencio. No entiendo su desaparición absoluta. 
No entiendo nada. 

Aún sabiendo desde hace mucho que no me quiere, que nunca me ha querido y que no le intereso en lo más mínimo desde hace mucho también...no entiendo nada.
Y ese 'no entender', esa falta de noticias y ese admitir que ya se terminó todo, que no hay futuro en que esté él, que todos estos años han sido un dar vueltas en la rueda del hámster, un dar para no recibir nada...también es otra losa, otro peso con el que cargar. 

No sé cuando tiempo voy a ser capaz de seguir resistiendo. Hasta donde voy a aguantar esta vez sin pedir una baja médica (sé que no puedo hacerlo, como mínimo, hasta principios de febrero. Cuatro meses de periodo de prueba. Una baja antes se traduciría en despido sin explicaciones). Y tampoco sé si una baja médica serviría de algo. 

Hay cansancios que no se quitan metiéndose en la cama, levantándose tarde, pasando el día tumbada en el sofá. Comiendo cosas sanas con un horario regular o dándose caprichos a base de chocolate, merengue, salmón ahumado o queso de cabra a deshoras. Cansancios que no dependen de ocho o diez horas de sueño, de eliminar el café o aumentar su dosis. 
Cansancios como el que yo tengo. El derivado de esa seguridad de que llegó el fin del camino sin que haya llegado a ninguna meta.
El cansancio de haber dedicado demasiado esfuerzo a levantar castillitos de humo arrastrando ladrillos de granito. 

El cansancio lleno de lágrimas que nunca le importaron. Que no le importan.
Y que ya no existe la menor opción de que algún día puedan importarle.

No hay comentarios: