domingo, 12 de noviembre de 2023

Ni ganas ni interés.

 Ni ganas ni interés.
No madrugo. Aunque habitualmente a las siete ya estoy despierta, no me levanto hasta las ocho más o menos. Unos minutos antes sonaría el despertador si no lo hubiese apagado ya al despertarme, para así precisamente evitar que suene. Como ya tengo preparada la ropa desde la noche anterior y he puesto la cafetera y he preparado el sandwich y la pieza de fruta, no me tengo que preocupar por nada. Paso por el baño, me lavo la cara con agua fría, me doy la hidratante, me visto, caliento el café y cojo una galleta integral. Me siento en el sofá y mientras desayuno echo un vistazo al móvil, que no recuperará el sonido como mínimo hasta las nueve de la mañana (en realidad, muchos días lo tengo en silencio), Me doy en la cara una crema con algo de color, un toque de rímel, un brochazo de colorete. Me lavo los dientes antes de perfilarme los labios y rellenarlos con un carmín de esos que ahora llaman 'nude' y que es un rosa amarronado transparente. Me peino, me pongo los zapatos, cojo el bolso y la bolsa con la comida y la botella de agua...y a las nueve menos diez salgo de casa. Sé que debería salir diez minutos antes para ir más tranquila...pero es que ni ganas ni interés.

Atravieso Madrid. Cojo el tren en la estación de siempre y, a partir de ahí, tengo varias opciones: trasbordo a otro tren cuatro estaciones más allá, llegar hasta Atocha y cambiar de vía, quedarme en Méndez Álvaro y coger el metro con un cambio de línea tres o siete estaciones más adelante... El último tramo, haga lo que haga antes, será en metro. Y a partir de ahí paso ligero, entre diez y quince minutos, para llegar al trabajo.

Y ni ganas ni interés.

Salgo a las siete, siete y algo. Es jornada partida, parando de dos a tres. Para volver también tengo muchas opciones. Y, haga lo que haga y coja el camino que coja, raramente llego antes de las nueve de la noche.

Y...prácticamente se me ha terminado el día. Porque a partir de ahí es descalzarme y ponerme unos calcetines antideslizantes, desvestirme y ponerme la camiseta de dormir, desmaquillarme y darme un poco de crema, recogerme el pelo en una trenza. Cenar cualquier cosa, ver un rato la tele sin demasiado interés. Ducharme en algún momento entre la llegada a casa y el momento de irme a la cama. Preparar el sandwich de mañana, la ropa que me pondré mañana. Tumbarme un poco en el sofá procurando no quedarme dormida o despertarme antes de las dos para pasar en la cama la mayor parte de la noche.

Y vuelta a empezar.
Sin ganas ni interés. Rutina. Falta de planes.
Y, sin más, estamos casi a mediados de noviembre.

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