domingo, 26 de abril de 2015

Mañana de abril.

Sé que llevo 'siglos' sin publicar...
Bueno, no tanto (¿un mes?, a decir verdad no he mirado cuando fue mi última entrega), pero cuando hubo unos tiempo en que publicaba casi a diario, con un intervalo máximo de tres días..., pues eso, que el 'siglos' tiene sentido.
No, no es que no me pase nada. Ni que no tenga tiempo (de eso siempre tuve poco...y lo saqué para escribir). Ni que esté muy cansada (también lo he estado otras veces, y escribía). El portátil, debido a su naturaleza eso, portátil, lo tengo siempre a mano en casa. Y va sin  problemas reseñables, más allá de alguna caída de internet o de esa sensación de que me 'roban' el hi-fi y por eso va lentísimo a ratos o aunque voy escribiendo las palabras se atascan o no aparecen hasta unos segundos más tarde completas...

Me pasa lo de siempre y otras veces escribía con disciplinada frecuencia. Y ahora...simplemente es que no encuentro demasiados motivos para escribir.

Mi trabajo es trabajo. ¿Si eso es bueno o malo? No: eso es normal. Es trabajo. El horario es bueno (como ya he comentado otras veces) y sería maravilloso si no tardase hora y media en llegar, lo que conlleva tener que levantarme a las seis y media de la mañana. Que es uno de esos horarios en que no tienes claro si estás madrugando o levantándote en plan 'voy a trasnochar un rato', la verdad. Pero aparte de la pereza a esas horas (llevo un rato despierta y paro el despertador antes de que suene) y el sueño que me asalta a mediamañana o a mediodía..., el resto, bien. Por comparación al régimen de semiesclavitud del último periodo laboral, las condiciones son un lujo. Cierto que trabajo más de las cuarenta horas que dice el contrato..., o, mejor dicho, que las trabajo enteritas sin descanso 'oficial' (de lunes a jueves, de nueve a seis de la tarde: nueve horas. Parando cuarenta minutos a mediodía y diez a mediamañana. Y el viernes, de nueve a cuatro: siete horas. Parando veinte minutos, a mediamañana. Mis cálculos vienen a ser que de los ochenta minutos 'de más' que suman los veinte diarios que descontamos a la hora 'de más' que trabajamos, sesenta van a completar la hora 'de menos' de los viernes. Y los otros veinte..., en fin, diez se suman al descanso de diez minutos diarios y los otros diez...pues da igual).
Pero no me quejo, ni nadie se queja. A decir verdad, no tenemos más descanso 'oficial' que los diez minutos de la mañana (eso si no pensamos que son diez minutos a descontar también a la hora 'de más', que serían otros cálculos raros...), pero tampoco tenemos que estar mirando la pantalla del pc todo el día, por lo que son innecesarias las pausas de 'descanso visual' que marca el convenio de telemárketing (cinco minutos a la hora), no hay problema alguno si necesitamos parar para ir al aseo, si tenemos que ir a buscar agua a la cocina o a alguna de las 'fuentes' (esas maquinas que expenden agua mineral de garrafones), si queremos ir a prepararnos un té..., o si se nos va el 'santo al cielo' y los diez minutos de pausa para desayunar se convierten en quince. Podemos dedicar todo el tiempo que necesitemos a 'tareas administrativas' (basta que lo marquemos en el sistema que regula las llamadas)... y me costa que hay quienes a la vez que contactan con clientes echan un vistazo a su Facebook, miran las páginas de información (cosa que tengo claro es muy sencilla: la empresa pertenece a un primerísimo grupo de comunicación. Basta por tanto tener siempre abierta la página de su diario de referencia...y ya está)...o responden guasap. Porque ésa es otra: no hay problemas para tener el móvil encendido y encima de la mesa....

Es trabajo, insisto, con las exigencias propias de una campaña de ventas. Pero comparando con la última experiencia..., de lo más relajado. Y también insisto en esto: comparado con la última experiencia. Lo recalco y lo repito, para que nadie se equivoque...

Llego a casa con sol, antes de las ocho de la tarde. Y la verdad es que a esas horas... bastante acelerada. El problema surge a partir de las diez de la noche: estoy muerta de sueño. Enciendo la tele nada más llegar (más que nada, para tener la sensación de compañía), me ducho, veo un concurso mientras trasteo en internet u ordeno alguna cosa, preparo algo de cenar para tomármelo mientras veo el informativo... y a las diez, ya digo, empiezo a tener mucho sueño. Aún así, me resisto a tumbarme en el sofá para ver lo que pongan en primetime...porque si lo hago, sé que me voy a dormir...
Porque algunos días sí lo hago. Y cierro los ojos en un intermedio largo...y los abro a las doce o más... Y eso no es ni ver la tele ni dormir agusto.
Habitualmente duermo poco, siempre he dormido poco. Pero aún así... me está costando madrugar.
Supongo que es la edad. Como debe ser 'cosa de la edad' que a veces me duelan las articulaciones, me sienta hinchada y otros síntomas. Y que cada vez vea peor: vista cansada... La edad.

Y...poco más. Y no, no porque no tenga nada que contar..., sino por..., qué sé yo.
Domingo de abril por la mañana. Llueve desde ayer sobre las ocho de la tarde, en que empezó una tormenta que ahora es temporal y que me ha hecho llegar empapada de mi paseo para comprar el periódico esta mañana, a pesar de la gabardina con capucha.

Domingo de abril en que he vuelto a despertarme sola, sabiendo que como otras muchas noches ha habido un momento de sueño en que estaba a mi lado, soñar que estaba, sabiendo que soñaba y que le echaría mucho de menos unos segundos, aun sin dejar de saber que en ningún momento había estado más que en mis sueños, esos sueños que sólo son fruto del deseo de estar con él, que no puedo evitar y que, como los sueños, no puedo controlar por más que quisiera...

1 comentario:

Rose dijo...

¡Hola!

El cuerpo (o más bien la mente) me pide volver al mundo blog. De momento me he creado la casa, aunque aún no la he decorado, y esta vez no tengo patio, que se me mueren todas las plantas...

Rose.

(No te vengas abajo, nada ni nadie merece que lo hagas, tú vales demasiado. Y dale descanso al cuerpo si te lo puedes permitir. Y a la mente...)