domingo, 17 de mayo de 2015

Diecisiete de mayo.

Cansancio primaveral.
Hay quien lo llama 'astenia'. Bueno, es que creo que se llama así, médicamente hablando. Pero yo si pienso cómo me encuentro... no me veo 'asténica', sino que me siento cansada.

Esta pasada semana ha sido más corta, laboralmente hablando. El día 15 es festivo en Madrid (San Isidro, el Patrón) y por primera vez en varios años, me ha tocado librar. Aun así, la semana se me hizo larguísima... Y no he aprovechado demasiado ese día 'de más'. La casa no está mucho más ordenada, no he ido a ningún sitio, apenas he salido a la calle (demasiado polen para exponerme sin motivos). Pedicura el viernes, bañito de color capilar el sábado. Y poco más.

No sé si me gusta mi trabajo. Tengo la sensación de pasar el día 'haciendo tiempo'. Y es una sensación, la de sobrarme tiempo por todas partes, la de no tener mucho más que hacer que dar vueltas y vueltas a unos mismos registros de cliente para llamar una y otra vez... que no me gusta. Imagino que porque mi trabajo, el real, lo que era mi profesión, solía ser un no parar de tener cosas pendientes (de eso ya me encargaba yo, de llenarme de tareas): gestionar clientes, tramitar documentaciones, ir y volver a instituciones a trámites varios, visitas comerciales, archivos, contabilidad, organización del trabajo diario de la oficina, agenda personal del director, redactar documentos sin plantilla alguna y a máquina, hacer planos... Y si me sobraba tiempo, que me tenía que sobrar, pues tener la oficina bonita, cuidar las plantas y hasta limpiar los cristales (en la última época eran siete metros de largo por casi tres de alto de cristalera, puertas aparte)...
Comparado con eso durante muchos años, lo de estar dando vueltas a media docena de papeles y doscientos registros a los que llamar...sabiendo que no va a haber resultados, me resulta bastante tedioso. Y, lo que es peor, conociendo que la espada de Damocles del 'esto es una campaña comercial: por muy contentos que estén con tu calidad en las llamadas, por muy sorprendentes que hayan sido tus resultados los dos primeros meses...esto es una campaña comercial. Y o aumentas esos resultados, o esto se termina enseguida'.
Y yo no me puedo permitir que esto se termine. Por eso sigo dando vuelta a los registros, cruzando los dedos a ver si alguno 'responde'. Y sigo con la hora y media de transporte para ir y otro tanto para volver, aunque cada día llegue más agotada (el calor no ayuda, precisamente). Y aunque lleve días dándome cuenta de que la aparente balsa de aceite no hace sino cubrir un polvorín... decido aguantar y mirar para otro lado...

Esta semana tenía que haber terminado de otro modo. En estos momentos yo no tendría que estar escribiendo aquí, porque en estos momentos yo debería estar acompañada en este mismo sofá...
Da igual. Ya no me tomo los planes como eso, planes. Son demasiadas cancelaciones. Son más de cuatro años de eso, cancelaciones sucesivas... que durante mucho tiempo quise considerar 'aplazamientos'. Supuestamente lo de esta semana es eso: un aplazamiento. Y quiero tomármelo así...pero es que ya no me quiero hacer ilusiones...
Se me ha acostumbrado el cuerpo a eso. Y creo que también se me está acostumbrando la mente. Así que cuando lo supe, oficialmente, el jueves por la tarde...ni me sorprendió. Imagino que porque de un tiempo a esta parte la sorpresa sería lo contrario...

Da igual.
Estoy cansada. Entre el ataque de ansiedad de hace dos..., tres semanas, y lo absolutamente enferma que me puso la repentina subida de temperaturas de esta semana (en Madrid llegamos a los 42ºC de calor seco, aire cargado de polvo y de polen) no sé.
Mañana volveré a hacerme mi hora y media para ir, hora y media para volver. Igual por la tarde decido quedar con él, porque 'regula' (esto es, en vez de a las siete, sale a las seis, que es la misma hora a que salgo yo. Y quedamos en una estación de metro a mitad de recorrido mutuo, y le acompaño hasta su destino, para desde allí coger un bus que atraviesa una buena porción de Madrid hasta Atocha, donde el tren me lleva en mi recorrido habitual cruzando el río y dejándome de nuevo a veintitantos kilómetros de él...). Pero no sé si lo haré. Los lunes se me hacen muy largos... e igual me apetece más venirme a casa. En realidad, puedo quedar cualquier otro día, aunque eso signifique tener que quedar más tarde y... Da igual: en realidad tampoco tengo nada mejor que hacer...
Cada vez tengo más sensación de que mi vida no es sino ir dejando pasar los días, sin aspiraciones, temiendo los cambios.
Y me empeño en dejarlo en eso: sensación, figuraciones, sospechas..., porque imagino que no quiero reconocer que mi vida no es sino eso. No quiero reconocerlo..., o, simplemente, estoy tan cansada que ni tengo tiempo para pararme a pensarlo.

No hay comentarios: