jueves, 28 de mayo de 2015

Horario cotidiano y otras intranscendencias.

Muy cansada en una semana especialmente larga.

Cada vez me cuesta más levantarme por las mañanas. Apago el despertador antes de que suene (casi  todos los días) porque a las seis y media ya llevo como una hora...,o más, entre sueños. Despierta sin querer volverme a dormir, pero queriendo aguantar los últimos momentos en la cama antes de levantarme. Y..., y un día me voy a quedar dormida.
Raramente estoy en la cama, por las noches, antes de la una. Por lo que apenas si duermo cinco horas. Cinco horas cinco días a la semana, veinticinco horas de sueño. Tres y pico de transporte diarias. Nueve de trabajo (los viernes, siete). Descontrol en los horarios de las comidas: paro a las tres y veinte para comer, buscando que las últimas horas sean pocas. Y así son dos, porque salgo a las seis.

Sensación de pasar muchas horas trabajando, pero perder muchas de esas horas. Teniendo un buen horario (por comparación con el del último año, por ejemplo. O con los tres años en que estuve saliendo a las nueve de la noche), la verdad es que aprovechamos muy mal las horas de trabajo. Lo que hacemos podríamos hacerlo igual en seis horas..., y muchas empresas lo saben. Y por eso cada vez hay más jornadas de seis horas diarias en más sitios..., con el sueldo acorde a esas horas, claro. Jornadas parciales con sueldos de supervivencia y horarios que son incompatibles con un trabajo complementario...
Aunque esto es otro tema.

Estoy muy cansada. Me levanté a las siete menos cuarto, aunque llevaba despierta desde antes de las seis y porque anoche me acostaría casi a la una. He llegado a casa a las diez y media de la noche. Hoy ha vuelto el calor...
Pero mañana es viernes. Por fin es viernes. Y el sábado no tendré que madrugar...

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