sábado, 11 de julio de 2015

Julio laboral en Madrid.

Calor, calor, calor....
Quería escribir algo aprovechando eso que 'en el foro' llamamos 'la fresca'. O sea, esas horas de mañana en que 'el Lorenzo' (esto es, el sol) no cae a plomo aplastando las ganas de hacer el menor esfuerzo. Pero a las diez ya me había dado cuenta de que estos días hasta 'la fresca' ha debido salir huyendo. Eso, si no está ingresada en algún hospital, deshidratada perdida.

Anoche me desperté en el sofá. La tele estaba apagada (no sé porqué ni cómo lo hice, pero está programada para que se apague sola pasado equis tiempo. No lo hace siempre, o igual es un tema de canal...). Cuando me despierto así, de pronto, mi referencia es la pared que tengo al fondo, a mis pies. Si es una superficie sin reflejos, es que estoy en el dormitorio. Si es casi una feria de eso, reflejos, sombras y demás casi con movimiento, es el comedor (que tiene la terraza en la pared contraria, claro). Ayer se daba el segundo caso: dormida viendo la tele. Me trasladé a la cama, sin mayor transición...
Me descolocó un tanto que escuchase ruido en la calle. Pero, claro, viernes y con estos calores...igual las terrazas de los bares están hasta las tantas. Eso si no se empieza a repetir aquello tan 'antiguo' de bajarse con la silla, las pipas y el botijo (hoy, botellas de agua fría) a la calle, a charlar con los vecinos...que todo se andará...
Miré la hora en el techo, procedente del reloj-proyector: las 23:45h. No era ni medianoche y yo llevaba un rato dormida...
Por descontado, ni me replanteé volver al sofá y la tele: intenté recuperar el sueño. Pero cómo estaré de agotada para que, yo que soy animalejo noctámbulo, antes de las doce esté metida en la cama. Bueno..., metida no: tirada en la cama...
Ni un pelo de aire. Nada.
Y el ruido era, claro, de las terrazas de los bares. Y de la gente paseando. Porque me temo que el resto del día se saldrá a la calle como salgo yo: porque a una no le queda otra opción.
A las dos y pico tuve que levantarme porque me estaba asfixiando. Porque eso es otra: paso las ocho y veinte minutos diarios laborales (los otros cuarenta, hasta completar las nueve horas diarias) bajo un chorro de aire...a menos de diez grados. Explico. La oficina donde trabajo es un enorme recinto. En el que, además de los... ¿cuarenta? sí, más o menos seremos unos cuarenta empleados, que somos...están los respectivos equipos informáticos soltando calor. Y una de las paredes es de ventanales a los que da el sol (y con estos calores, lo mismo dan los estores bajados). Y el suelo son planchas de material plástico bajo los que va todo el sistema de cableado. Y el recinto tiene que estar a unos 22ºC. ¿Cómo conseguirlo? Pues teniendo los equipos de climatización 'escupiendo' aire helado todo el día. Y yo estoy bajo uno de ellos...
No, no soy friolera. Pero aún así...diez grados son diez grados. Así que ando con mis vestiditos de tirantes... y envuelta en mi pashmina palestina en tonos lilas....
La única forma de evitar que siga saliendo aire helado es mantener cerradas las puertas. Tanto la de la 'pecera' gigante que es nuestra oficina (para que se cree un microclima con respecto al resto del recinto...todo compartimentado por mamparas acristaladas) como la de acceso desde el descansillo de la escalera. Porque en realidad la climatización va condicionada a toooodo el espacio que ocupa en la planta la empresa. Y si entra aire caliente del exterior, sea por donde sea, o se va el frío... pues ya tenemos los equipos haciendo su trabajo: aire helado para conseguir los 22ºC que le han encargado...

Mi sensación de ahogo nocturno. Pues que a ratos tengo la garganta tocada. La pasada semana llegué a tomar ibuprofeno (yo, que no tomo nada. Y menos anti-inflamatorios). El contraste de llegar sudando tras hora y media de ir combinando transportes abarrotados con un sol ya de justicia antes de las nueve de la mañana con, antes de las diez, tener ya encima el aire fresquito..., con el salir a comer a las tres y pico... a un polígono a más de cuarenta grados, con el sol reflejando en los edificios acristalados de la zona, y los coches, y el asfalto echando humito... pues eso. Y esta noche me acosté sin aplicarme el toque de 'pulverizador nasal' para poder respirar. Y estaba respirando por la boca (imagino) añadiendo esta circunstancia al calor y a la deshidratación que arrastro... Vamos, que casi me ahogo. Sorbo de agua (sale caliente del grifo) en el baño, inhalador (más vale tarde...), vaso de agua en la mesilla...
Y he conseguido dormir. No agusto, no descansando lo debido, pero al menos he conseguido dormir algo...
El lunes empiezo el horario 'intensivo'. Una de esas cosas que se sabe que existen...pero que nunca había disfrutado. Entrar a las nueve y salir a las tres de la tarde (sí: suerte. Mucha. Pero porque el resto del año trabajamos nueve horas de lunes a jueves y siete los viernes. No hay 'pausas visuales', aunque tampoco tenemos obligatoriamente que estar mirando la pantalla todo el día; paramos para comer cuarenta minutos y otros diez a mediamañana... O sea: que lo tienen todo controlado: en verano quien no tiene vacaciones reduce el horario. Y en esta empresa las vacaciones son, sólo, entre mediados de julio y finales de agosto...).
¿Si voy a estar menos cansada con este horario? Pues no lo sé. Ya se sabe que 'nunca llueve a gusto de todos'...y a mí lo que me descansaría es entrar más tarde. Porque aunque empezar a las nueve de la mañana es un horario más que razonable  (es más: me parece un lujo)...es que tardo hora y media en llegar. Y aunque salga a las tres... me tengo que levantar igualmente a las seis y media de la mañana. Y el calor no parece estar dispuesto a irse...
El horario que tengo sería maravilloso si tardase siquiera media hora menos en llegar. Si la forma de llegar fuese sin trasbordos (que hago !!!tres!!! en cada recorrido de ida y vuelta). Pero ya sé que no se puede tener todo, así que...

Quería escribir algo 'con la fresca'. Y me temo que tengo la casa a treinta grados. Y que el portátil, sobre mis rodillas flexionadas (los pies apoyados en el borde de la mesita del salón) tiene más de calefactor que de otra cosa...
Y dicen que el domingo, mañana, empieza la 'tercera ola de calor' de este verano. No sé qué va a ser de nosotros, pobre mortales urbanitas...

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