sábado, 15 de agosto de 2015

Convalecencia.

Día raro.
Me he levantado con una extraña sensación de convalecencia. Sin haber estado enferma ni sentirme enferma: me siento convaleciente.

Ayer me quedé dormida viendo la tele (creo) como casi cualquier día. O igual apagué la tele y me acosté..., la verdad es que no tengo clara constancia de a qué hora me acosté ni cómo. Cuando me tumbo en el sofá ya hace rato que cené, me lavé los dientes, me di la crema nutritiva en la cara, me llevé un vaso grande de agua para no tener que levantarme. A partir de ahí, puedo quedarme dormida diez minutos, despertar, apagar el televisor y trasladarme al dormitorio...o los diez minutos pueden ser tres horas, o no llegar a dormirme y aprovechar cualquier pausa en cualquier cosa a la que ni siquiera esté haciendo caso para irme a la cama previa pulsación del botón de apagado del televisor.
Ha refrescado. Por fin. No es que haga frío..., pero me resulta muy agradable arrebujarme en la sábana. Es una agradable novedad tras dos meses y medio de calor sofocante.
A las seis y media aún es de noche. Esta mañana lo he constatado: imagino que el 'click' del despertador cuando llega a la hora en que está programado que suene me ha despertado. Aunque tengo clara conciencia de que también me he despertado otras veces esta noche.
Y..., y a las ocho esa sensación como de haber tenido fiebre. Y esa obligación a 'hacer tiempo' y no levantarme de la cama antes de las nueve y media (creo que finalmente lo he hecho alrededor de las nueve). Y trasladarme al sofá sin saber si me apetecía tomarme un café y reactivarme, o tumbarme e intentar dormir otro rato...
Y se me ha pasado la mañana sin hacer nada de provecho. Revisar hilos de publicaciones en redes sociales, tomarme un café y un pedazo de pan tostado, echar un vistazo a las fotos que hice ayer, imprimir alguna, fregar los vasos, taza y platos del desayuno y la cena de anoche... Y no entender porqué me siento extrañamente cansada cuando no he hecho ningún esfuerzo.

Se me han ido la mitad de mis días de vacaciones. Mitad justa.
Lo mejor es que no me he acordado del trabajo, para nada, en todo este tiempo.
Lo peor es que no me apetece en lo más mínimo volver.
Igual la sensación de convalecencia tiene algo que ver con eso, con el haberme despertado tantas veces como los días laborables, con abrir los ojos a las seis y media y ver que a esas horas vuelve a ser de noche...y en unos días será la hora a que me tendré que levantar.

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