jueves, 13 de agosto de 2015

Mi nueva cámara.

Cuarto día de vacaciones.
Sobre las ocho de la mañana, instintivamente, he buscado la sábana para taparme. A esas horas llevaba rato soñando que la cortina era un fantasma con lienzo blanco que quería llegar hasta mí y envolverme en su aliento frío... Simplemente: esta noche por fin ha refrescado.
Sigo sin aprovechar estos días para mucho más que intentar descansar.
Además limpio más allá del 'por encima' diario, recojo cosas... Ayer estuve sellando juntas con silicona en la bañera, cosa que llevaba años planificando: uno de esos trámites que llevan apenas media hora, pero que como no son necesarias, se van dejando, dejando... Al final, como tantas cosas.
 
El lunes hice una de ésas 'excursiones comerciales' mías, de ésas que aparentemente no tienen sentido..., pero que al final sí que suelen tenerlo. Por resumir: el pasado viernes vi en el hipermercado de un Centro Comercial una cámara de fotos. Para mí la sección de fotografía de los sitios viene a ser como la de juguetes para los niños. Iba a decir que era como los escaparates de las pastelerías para un goloso o los escaparates de tiendas de firma para una fashion victim.., pero creo que el simil más apropiado es el de las secciones de juguetes y los niños. No necesito una cámara nueva, tampoco me la puedo permitir si me pongo a valorar seriamente el tema, sé que la que de veras me gustaría tener está completamente fuera de mi alcance (ahí tengo un comportamiento lógico: ésas no las miro), pero...
El viernes vi una cámara. Estuve un rato... quizá diez minutos, dando vueltas por la sección, mirando si la tenían expuesta. Ver cómo era realmente, qué prestaciones más allá de algo muy básico que despertó mi interés (un zoom óptico de 22...convertible hasta 44). No localicé nada más. Conté hasta diez, hasta veinte, desestimé el tema, me di otra vuelta, seguí buscándola, valoré las opciones, calculé si podía comprarla, me dije que sí, me rebatí... Finalmente hice una foto con el móvil al nombre (el modelo en realidad) y condicioné la posible compra a, primero, indagar en internet.
Indagué. Seguí valorando ese fin de semana.
El domingo comprobé que Hacienda ya me ha ingresado la devolución del IRPF. Y que mi situación económica es deprimente...pero que como sospechaba, el poder comprarme la cámara sí está dentro de lo que me puedo permitir.
No fumo. No me voy de vacaciones. No viajo más allá que el ir al trabajo y volver. No compro cosméticos más allá de las cremas hidratantes o esmaltes de uñas económicos (tuve que ir dejando aquella casi adicción mía por productos sobre todo de maquillaje...que con los años tiré casi nuevos, porque al final los usaba tres veces). No tengo más capricho que algún alimento que suelo compartir. Tampoco escatimo en la cesta de la compra: afortunadamente, mi sueldo actual no es tan exageradamente miserable como fue hace tres, cuatro años, en que hasta el pan de molde era de 'marca blanca'. Pero no tengo vicios...
Decidí comprar la cámara.
El lunes, tras unos descorazonadores trámites bancarios, me acerqué al hipermercado donde habitualmente hago la compra 'fuerte', y que es de la misma cadena que donde vi la cámara. Sección fotografía. Búsqueda en estantes: no está. Búsqueda en expositor. Está.
Sorpresa.
El precio. Entre veinte y cuarenta euros más de lo que recuerdo (no tengo del todo claro el precio).
Confirmo con mi foto tomada con el móvil: sí, es la misma.
A ese precio tengo claro que no, que no la compro.
Y planifico...
La cadena tiene bastantes establecimientos. Uno, me pilla a media hora de bus (entre dos municipios). Otro, a unos 45 minutos de tren (y estoy junto a la estación). Le doy vueltas...
Cuando algo se me encapricha, es difícil que desista. Soy de darle largas antes de tomar la decisión, pero cuando la tomo..., sea un esmalte de uñas de tres euros, una camiseta o un anillo, es raro que abandone el propósito.
Finalmente, opto por lo que a la vez es lo más lógico...y lo más disparatado: ir a comprarla al hipermercado donde la vi.
¿Problema? Que si estuviese un poco más lejos, estaría ya en otra provincia...
A las cinco y pico de la tarde (tras planificar un 'bueno, primero voy a casa, como algo y me voy', 'bueno, ya veo también el informativo de la tele', 'bueno, ahora en cuanto vea el parte meteorológico', 'bueno, ahora en cuanto...'... casi me dan las seis) me pongo en camino.
Y es que hay más de una hora de recorrido...cogiendo bien los transportes.
 
En el sitio donde la vi, sigue siendo el mismo precio a que la vi. Y ahí ya no tengo dudas. Les quedan dos. Cojo una...y en vez de pagarla en las cajas de la planta donde está (la de arriba. En los hipermercados de dos plantas, electrónica siempre está arriba), decido bajar para comprar también algo para beber: me dejé la botella de agua en casa.
Me doy un par de vueltas. Busco y cojo también un paquetito de algodones para desmaquillar. Elijo caja...
Sorpresa. El precio que marca el lector de códigos es el mismo que vi por la mañana en el establecimiento del municipio donde resido. De inmediato se lo digo a la cajera: no es ese precio. Vuelve a pasarlo. Teclea el código. El precio sigue siendo el mismo. Me pregunta si iba con algún vale de descuento que yo deba entregar... No: simplemente le estoy diciendo el precio que marca en el punto de venta.
Movilización. Aviso por walkitalki a sus compañeros. Espera. Mientras, sigue cobrando a otros clientes. Aparece un chico de electrónica...que con un lector, pasa de nuevo el código de la caja de la cámara. El precio sigue siendo el mismo que me confirmó la cajera (precio a que tengo claro que no voy a comprarla). Me dicen que ahora bajan con el cartelito del precio en el punto de venta (a esas alturas, ya sé que lo han comprobado...y que tengo razón. Cosa que les horroriza).
Bajan con  el letrerito. Pasan el código del letrerito...que da como precio el mismo que la cajera, el comprobador posterior, el que yo vi por la mañana..., pero que no es el que refleja en dígitos el cartel.
Y que, obviamente, es el que me cobran.
¿Resultado? El paseo me he supuesto ahorrarme cuarenta euros...
 
A veces me pasan estas cosas. Tengo una capacidad extraña para conseguir localizar gangas. No cosas importantes, pero sí descuentos así, repentinos... Cuando compré el portátil, resulta que esos días los ordenadores llevaban un 20% de descuento en vales...y gracias a ese vale prácticamente me compré la otra cámara de fotos (aparte, que el portátil me salió muy barato para todas las prestaciones que tiene). La cámara casi de juguete que llevo en el bolso sólo la vi al precio en que la compré ese día: siempre la he visto entre 10 y 30 euros más cara. También me pasó con mi adorable Nikon que 'maté' por no cuidarla bien: fue cara, pero más barata que el precio en que la vi en otras tiendas tiempos después.
También me ha pasado con otras cosas... Claro que al no tener capacidad de ahorro, lo que sí me estoy 'ahorrando' en estos temas me lo gasto por otro lado en cosas inútiles.
 
Pero, en fin... Ya tengo otra cámara.
 
Y en estas cosas se me van los días. En éstas...y en ver cómo cambian de color los cardenales que mis problemas de circulación y algunas agradables prácticas nocturnas acaecidas la noche del sábado al domingo me han dejado de recuerdo...
Pero ése es otro tema. Un tema que también es la instintiva búsqueda del olor de su cuerpo en mi almohada y mi sábana bajera estas noches, mientras duermo.
Otro tema. Que también tengo ganas de retomar en este diario.

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