lunes, 10 de agosto de 2015

Vacaciones. Al fin.

Vacaciones. Al fin.
Creo que nunca había necesitado tanto unos días de descanso...sin realmente estar siendo consciente de ello. Sí tengo conciencia de días pre-vacaciones estresantes (hace tres años, por ejemplo, que llegamos al 31 de julio cayéndonos por los rincones) pero no esta sensación de alivio que de pronto me ha entrado este año. Vacaciones...
Y es que la combinación 'más de dos meses de calor sofocante-muchas horas de trabajo-últimos días de trabajo sin nada práctico que hacer-tres horas largas de transporte-ir cumpliendo años' debe ser letal.
En estas últimas semanas, dos o tres veces (o igual más) he vuelto a subir a casa estando ya en la calle tras asaltarme las dudas con respecto a si había cerrado correctamente o no la puerta de mi casa (sí: más que correctamente. Con cuatro vueltas de cerrojo FAC). El miércoles pasado me dejé el móvil en casa...tras  haber desayunado teniéndolo delante, sobre la cubierta del portátil que suelo tener sobre la mesa, y tras haberme dado dos vueltas para no olvidar una botella de agua pequeña recién llenada en la cocina, alguna goma para el pelo, la cámara pequeña de fotos, comprobar que la cisterna del baño ha 'cortado' el agua, comprobar que la espita del gas está cerrada (obviamente: desde la noche anterior y como queda cada vez que lo uso), que el enchufe de la cafetera está desconectado (también obviamente: cuando voy tan justa de tiempo, el café queda preparado por las noches)...y alguna comprobación más. Pues bien: el teléfono se quedó en casa...y cuando me percaté en la calle ya no subí a por él: cinco minutos en agosto son vitales para llegar 'a mi hora' al trabajo y no los puedo perder de ninguna manera.
Lo de dejarme el móvil en casa también fue una suerte: tuve alarmantes problemas de visión todo el día y de haberlo llevado encima...no sé si hubiese podido volver a casa por la tarde. Lo pienso completamente en serio: decir que veía borroso sería ser muy optimista en comparación a lo que era la realidad de mi visión.
El año pasado, tener que pasar un mínimo de siete horas diarias sin poder separar los ojos del monitor del pc, manejando de manera simultánea hasta 11 pantallas diferentes, sin descansos ni visuales ni de ningún otro modo, dedicando la pausa de la comida (que no era un descanso propiamente dicho dentro de la jornada...sino una parte de mi 'jornada partida' donde no podía planear hacer otra cosa que tiempo...) a entretenerme con el móvil, teniendo que dedicarle un rato a mi 'vida virtual' al llegar a casa (o sea, encender el portátil)...me destrozó la vista. Y aunque intentaba descansar, el daño estaba hecho.
Y ahí sigue el daño. Cada vez veo menos y peor. Y la falta de tiempo y de ingresos no me permiten ir a la óptica...y ponerme gafas de una vez. Bueno, mi 'manía' a los médicos también influye, para qué engañarnos.
Y mi 'manía a los médicos' también me hace ignorar otras señales. El tremendo dolor de espalda que arrastro algunos días. El dolor de piernas (hace unos días se me transparentaban todas las venas del cuerpo...y las de las piernas dolían. Mucho). La acumulación de líquido: no es normal no necesitar levantarme al baño ni una sola vez por las noches y apenas tener ganas por las mañanas. Y otros muchos síntomas. El sentido común me dice que debería hacerme análisis, ir al dentista (pequeños repasos, básicamente) e ir al oculista. Esto, como mínimo. Lo de la analítica no me costaría dinero: ahí no tengo la excusa de mis deficientes ingresos. Pero...ahí entra esa sensación entre miedo y manía a los médicos, profesión que por otra parte admiro por encima de cualquier otra.
Vacaciones. Dos semanas.
Sé que se pasarán sin hacer prácticamente nada... a pesar de la enorme cantidad de cosas pendientes. Arreglar armarios, tirar pequeños electrodomésticos y aparatos electrónicos averiados, limpiar y ordenar el tendedero de la cocina (los vecinos que tengan acceso a ver esa terraza deben estar espantados), colocar-archivar papeles de todo tipo.... Me conozco: sé que se pasarán estos 15 días y no haré nada.
Cuando regrese al trabajo, lo haré en cierto modo como 'recta final'. Mi contrato finaliza el nueve de septiembre (curiosa fecha...tratándose de mi vida). Mis resultados actuales indican que la empresa va a renovar dicho contrato (estoy 'en números' para que esa renovación sea un hecho. Los informes en cuanto a mi comportamiento: puntualidad al llegar e irme, descansos y otro tipo de pausas, calidad en las llamadas, relación con compañeras y jefes..., todo eso, son impecables). Pero no me fío, para qué decir otra cosa... Además..., sé que si encontrara algo similar, más cerca de casa, ni me lo pensaría.
En realidad, no me gusta en lo más mínimo mi trabajo. Pero eso daría para otro post.

Vacaciones. Al fin.
A ver si en 'tareas' me obligo también a escribir a diario. Y cumplo con esa obligación.

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