domingo, 27 de marzo de 2016

Vida a destiempo.

Destiempo.
Ésa es la sensación que tengo, la que me dejan estos días. De estar viviendo a destiempo.

Hoy han 'cambiado la hora'. Ese proceso que se hace dos veces al año (marzo y octubre. Antes era septiembre..., pero lo pasaron a octubre), y que en este cambio nos hace ganar una hora más de luz por las noches...pero también va a hacer que mañana mi cuerpo grite que a dónde voy a las cinco y media de la mañana...por mucho que el reloj diga que son las seis y media. En fin. Y conste que prefiero este cambio, egoístamente, porque me gusta que haya la mayor cantidad de horas de luz natural posible mientras puedo disfrutar de ellas...pero a mi cuerpo le descolocan estos juegos.
También me descoloca que la Semanasanta este año haya sido tan pronto. La caprichosa luna, que este año ha decidido ponerse llena justo coincidiendo con la llegada de la primavera... y con eso de que esa fiesta tan católica está regida por algo tan pagano como la primera luna llena de la primavera...pues eso. Que se nos ha juntado todo: día de San José (este año no ha sido festivo, igual también porque ha caído en sábado), llegada de la primavera, semanasanta, cambio de hora...

Y yo me siento descolocada.

Quería dedicar estos días (he tenido libres los cuatro días pertinentes) a hacer cosas. Limpiar, ordenar, planchar. Meterme en la bañera hasta acorcharme, darme mascarillas en el pelo y en la piel, hacerme la pedicura. Escaparme a Madrid cámara en ristre a fotografiar alguna procesión. Poner al día mi terraza: rellenar de tierra alguna maceta, recortar ramas, ubicarlas donde se vean más bonitas...
Por descontando y como era previsible: no he hecho nada. Nada más de lo justo e imprescindible.

También proyectaba dormir: despertarme tarde, levantarme aún más tarde tras vegetar y vaguear un rato en la cama, quizá libro en mano. Tampoco lo he hecho. Mi cuerpo ha hecho caso a mi mente y se ha despertado, puntualmente, cuando lo hace cada día (entorno a las seis de la mañana), y luego no he sido capaz de estar en la cama más allá de las diez. Y esta noche ha sido aun peor, porque me he despertado mil veces, porque anoche (ya madrugada: me acosté a más de las tres, cambio de hora mediante) me asaltaron recuerdos de 'tareas pendientes' en el curro. Las que tendré que abordar en cuanto llegue el lunes.

Lunes. Mañana. Me arrepiento de no haberme pedido como 'día de vacaciones' el Lunes de Pascua. Yo no falto nunca. No sé lo que es una baja médica, un día de 'reposo' por enfermedad. Llega el plazo máximo para pedir las vacaciones...y tengo que cuadrar los días, porque siempre me sobran. Alguna compañera decidió cogerse la semanasanta entera, alguna cogió el miércoles, alguno sé que mañana no irá. Yo descarté la idea de vacacionar toda la semana (mi puñetero sentido de la responsabilidad, que desde hace unos meses es mayor. No el 'sentido', que eso lo llevo de serie, sino la cantidad de responsabilidades), pero no se me ocurrió que igual era buena idea cogerme este Lunes de Pascua... que al ser festivo en media España, mañana promete ser soporífero...
Días de vacaciones que no he aprovechado. Que me dejan la sensación de haber malgastado.
No me gustan estos días libres 'a destiempo'.

Hace mucho asumí... o lo he ido asumiendo con el tiempo, que nunca compartiría con él vacaciones. Que nunca iríamos juntos a ningún sitio. Que seguiría teniendo mis días 'para mí', que nunca necesitaría tener que 'cuadrarlos' con los suyos. Que ni siquiera una escapada de fin de semana, un viaje relámpago en el día, un 'pasar juntos un día' en cualquier sitio, aun volviendo de noche a nuestras respectivas casas. Y aunque intente justificar, justificarme y justificarle con sus obligaciones familiares...., sé que en realidad no es eso. Porque es imposible que haya sido eso en todas y cada una de las oportunidades que hayamos tenido estos más de cinco años, estos casi seis años si calculo las cosas desde otra fecha...

También esta semanasanta ha sido su cumpleaños. Y este año ni siquiera he podido saludarle por teléfono. Temas de salud, su frágil salud, ésa que tanto me preocupa aunque intente desdramatizar.

Hace dos años pasó conmigo las primeras horas del día de su cumpleaños. O..., o igual no, porque exactamente él cumple los años en el tránsito del día en que oficialmente (creo) consta en sus documentos y el siguiente, ya que nació (también creo) a medianoche.

No sé. Cada vez veo menos sentido a seguir llamándole. Cada vez me siento más absurda en los mensajes de buenasnoches que le mando, más fuera de lugar. Supongo que porque el paso de los días, de los meses y ya de los años, me ha hecho asumir completamente que no soy absolutamente nada ni nadie en su vida, que no lo he sido nunca y que, obviamente, ya no existe la menor posibilidad de serlo en el futuro.

Me siento absurda, perdida en estos días. Días para una vida que siento a destiempo.

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