sábado, 2 de abril de 2016

Años-luz.

Detalles.

El miércoles hubo una avería en el metro. Bueno..., avería o lo que fuera. La verdad es que me pilló en horario laboral y, más allá del revuelo que causó la noticia (al no saber qué había pasado y dentro del clima de miedo tras los atentados de las semanas pasadas en Bélgica) la verdad es que no me afectaba. Se habló de que llegaron a desalojarse las 301 estaciones de la red de Metro, o que fueron apenas algunos intercambiadores, la comunicación oficial habló de un fallo informático que hizo que saltase una locución que pedía que se desalojasen trenes y andenes, que se trataba de un simulacro... Lo cierto es que aun a fecha de hoy no sé qué pasó. Y creo que no lo sabremos a ciencia cierta nunca.

Le envié un mensaje para avisarle. A mí, a decir verdad (más allá de la preocupación por si hubiese pasado algo grave), me daba igual si a las seis no funcionaba el metro: tiendo a evitarlo si no me queda más remedio. Una alternativa no lo incluye: tardo algo más, pero voy todo el camino 'por superficie'. Pero... En otras ocasiones: averías, corte de servicio por inundación tras tormenta..., le he avisado. Su recorrido habitual de regreso a casa sí incluye el metro casi sin otras alternativas...

Supongo que si alguien le comunicase a la 'reina de la porcelanosa' la bajada del precio de la bombona de butano...le produciría el mismo efecto que debió producirle a él mi aviso.
Porque a alguien a quien le recogen en el trabajo para llevarle a casa...que el transporte público funcione o no le trae absolutamente sin cuidado.
Y ésa sigue siendo la situación.

Y me sentí completamente imbécil al darme cuenta.
Y..., en fin. Cada vez hay más distancia entre nosotros. Distancia que ya no son kilómetros y un río, distancia que empiezan a ser años-luz.

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