domingo, 10 de abril de 2016

Contacto. Sólo eso.

Triste.
Negándome a admitir que no hay absolutamente nada. Que no le importo en lo más mínimo.
Algo que realmente no es una sorpresa ni un descubrimiento..., ni un cambio. Algo que sé desde siempre.
Que haber llegado hasta aquí, estos seis años, sólo fue por empeño mío. Que, supongo, se dejó llevar. Curiosidad o no tener otra cosa mejor que hacer. Pero si yo no hubiese insistido...hace mucho que habríamos dejado de tener contacto. Ya ni siquiera lo puedo definir de otro modo. Siquiera eso: contacto.
Hace mucho tuve claro que si hace eso, casi seis años, conservamos el...contacto (vuelvo a esa palabra que tan  poco me gusta, pero que es la única válida cuando por su parte no hubo nunca otra sensación hacia mí) es porque yo volví a trabajar en la empresa en que nos conocimos. Si ese verano yo no hubiese aceptado la oferta de volver allí... imagino que no habría vuelto a saber nada de él, más allá de algún mensaje cortés de 'feliz navidad' o 'feliz cumpleaños' (mío hacia él. Por supuesto).
Nunca le importé ni le interesé más allá de eso, mi relación con su empresa. Con  la empresa en que hoy y desde hace 3 años vuelve a trabajar. En la que le conocí y en la que siempre me sentí como un burro en un garaje...o, quizá, como un Ferrari en una cuadra, y como creí que también se sentía él.
Conocerle fue lo único positivo que saqué de aquella experiencia. Y es lo único que creí conservar de todo aquello.
Y si miro hacia atrás, si paseo mi memoria por los últimos 3 años y pico... nuestras conversaciones tampoco tenían otro argumento, o cuando lo hubo fue absolutamente accesorio. Y siempre supe que el día en que decidiera dejar de hablarme de su trabajo...no habría razones para seguir hablando.
Porque cuando yo tenía ganas de contarle algo..., no sé, ni siquiera demasiado importante, esas cosas que de pronto te importan y que sabes que en unos días se te habrá pasado..., daba igual. Muchas veces colgaba el teléfono tras dos horas de conversación y ni siquiera había tenido la oportunidad de empezar a comentarlo.
Nunca diré que lo único que le importaba era eso, su trabajo. Su trabajo en esa empresa en concreto. Pero sí tengo absolutamente claro que le importaba mucho más que yo. Que, en realidad, si en algún momento tuvo interés por verme, por mantener un...contacto...conmigo aquel verano de 2010, no fue sino porque yo seguía trabajando allí...
E imagino que en realidad yo también lo sabía. Pero..., también sé que mi interés por él sí era real y sí era por él, por su persona, por sus circunstancias, porque me gustaba hablar y quedar cada dos o tres semanas los viernes por la tarde para tomar un café que se prorrogaba hasta tres horas me hacía sentir bien...

No quiero pensar que estos seis años han sido una equivocación tras otra.
Sólo sé que no quiere mantener el menor contacto conmigo. Que sólo he tenido que tomar la iniciativa...y dejar de llamarle, para que no haya respuesta. Que las últimas conversaciones las empezamos y terminamos hablando del tiempo...
Me siento triste. En este domingo en que vuelve a parecer invierno, el invierno que realmente no hemos tenido este año y que, de pronto, se diría que vuelve.
Y que llega a destiempo.

No hay comentarios: