domingo, 17 de julio de 2016

Cuando los milagros dejan de ocurrir.


Cuando ha dormido conmigo no cambio las sábanas.Me gusta encontrar de pronto, sin buscarlo ni esperarlo, el olor de su cuerpo.

Siempre pongo sábanas limpias antes, ese mismo día. Alguna vez, el día anterior. Nunca he dormido en ellas más de un día antes de esa noche.Normalmente, tampoco me ducho tras pasar la noche con él. Sé que suena raro, que puede sonar..., no sé, sucio. Pero yo no me siento sucia. Claro que me lavo, como me desmaquillo y me cepillo los dientes..., pero... No sé bien cómo explicar el porqué. Al principio sí lo hacía: le acompañaba al tren, volvía a casa, mojaba las colillas del cenicero, ventilaba la casa, me duchaba... Ahora no. No las últimas veces, en que subo al tren con él y a veces me quedo dos estaciones más allá para seguir con mis trasbordos y mis rutinas, a veces es él quien se queda en Atocha para seguir con su vida y yo continúo el recorrido añadiendo cuarenta minutos más a un viaje que va a terminar en el mismo sitio en que terminaría si me hubiese quedado en esa segunda estación a contar desde el origen, a veces me bajo con él del tren y le acompaño hasta que coge el bus.
I
ntento alargar el tiempo que pasa conmigo. Supongo que también por eso no cambio las sábanas, no me ducho. Es como alargar su presencia cuando ya no está, cuando lo único que me queda es eso porque la única certeza es no saber si habrá una próxima vez.

Siempre me gustó despertar a su lado. Me parecía un milagro. Cada vez, cada mañana tras cada noche que pasó conmigo, abrir los ojos y ver que era de día y verle a mi lado me pareció un milagro. Desde la primera mañana. Era la confirmación a que los deseos, a veces, se cumplen. Incluso los deseos que ni sabías tener.
Esta noche ha estado llena de sueños raros. De sueños dentro de sueños. De soñar que dormía a mi lado, de soñar que abría los ojos y a veces era de día y a veces era de noche, y a veces los números rojos que el reloj proyecta en el techo daban horas imposibles que me dejaban claro que eso era un sueño, de abrir los ojos en el sueño y el techo se estaba cayendo sobre nosotros y también sabía en el fondo que eso era un sueño, de abrir los ojos y distinguirle dormido y saber que eso era real y seguir durmiendo y soñando cosas raras. Alguna vez le he escuchado levantarse e ir al baño, supongo. Creo que me he quitado medio en sueños los pendientes y los he dejado en la mesita de noche. Se quedó dormido pronto, creo que ni eran las doce de la noche y a esas alturas llevábamos más de tres horas de juego, de cosquillas por su parte, de risas por mi parte, de saber que no me quiere y confirmar que ni siquiera le gusto lo suficiente para algunas cosas, para que algunas cosas funcionen..., para que yo funcione a su gusto.

Él me gusta mucho, muchísimo, mucho más de lo que quisiera que me gustase. Pero..., da igual, ya da igual.

Sé que se durmió en torno a las doce de la noche. Que durante un rato me tuvo abrazada: cuando eso ha pasado no me muevo. No se me ocurre moverme. Al rato sé que se da cuenta, o igual ni eso, y suele soltarme y se da la vuelta. Hasta ese momento y hasta que le creo dormido otra vez, no me muevo de la cama. Luego me levanto, voy al baño, confirmo que no hay cigarros ni velas encendidas, bebo agua, lleno la jarra de la mesa del comedor por si se levanta a medianoche. Y vuelvo a la cama, intentando no hacer ruido. Y me hago un ovillo mirando hacia él y me quedo dormida mirándole, escuchándole respirar.Ésta ha sido una noche de soñar sueños raros, de soñar que estaba conmigo en la cama.Cuando he despertado, ya de día pero temprano, no estaba a mi lado.

Le he supuesto en el baño. He cerrado los ojos: en esos casos suele volver. De hecho, a veces cuando se ha levantado yo ya estaba despierta pero suelo fingir que duermo. Y vuelve. Va al baño, pasa por el comedor y se fuma un cigarro. Y vuelve. Y a veces se queda dormido otra vez. Y yo también. Y si despierto antes que él me acerco despacito y le rozo con los dedos. Y me voy acercando cada vez más y le acarició sin saber si duerme o no, hasta que le sé despierto...Esta mañana no estaba a mi lado. He cerrado los ojos. He escuchado. Le he escuchado encender un cigarro. Y otro. Y he querido dormirme o igual no, para que mientras volviera. Pero no ha vuelto. Y han pasado veinte minutos. Y me he levantado al baño y desde el pasillo se ve un poco el sofá y le he visto tumbado en él. Y he vuelto a la cama a esperarle. Y ha pasado una hora. Y quizá más.Pero no ha vuelto.

Cuando pasa la noche en mi cama no cambio las sábanas. No busco su olor pero me gusta encontrarlo.Desde aquella primera noche, hace cinco años y medio, despertar y verle a mi lado me ha parecido un milagro.Esta mañana no estaba a mi lado. No ha querido volver.

Creo que llevo todo el día esperando, desde que he sido consciente de qué estaba pasando, que llegase de nuevo el momento de meterme en la cama para poder llorar, llorar hasta quedarme dormida otra  vez.

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