domingo, 23 de octubre de 2016

Penúltimo domingo de octubre.

Tengo la cabeza llena de cosas. Bueno, no de cosas (que también) sino de ideas.
Las 'cosas' serían huesos, venas, alguna arteria, neuronas, materia blanda... Las ideas pululan entre todo eso. Se me cruzan velozmente ante los ojos, alguna vez tengo la sensación casi de olerlas, de saborearlas..., aunque tampoco es exactamente eso. Es más bien la sensación de un recuerdo. El recuerdo de un olor o de un sabor, alguna vez de ambas cosas a la vez. Y que me traen ideas.
Tengo ideas para escribir.
Ayer tenía claro qué quería escribir por la noche. Me pondría un ratito ante el portátil. abriría esta página y escribiría sobre la semana, sobre la noche inmediatamente pasada. A la vez, picotearía los frutos secos que se quedaron en el bol sobre la mesa, las empanadillas pequeñitas que suelo preparar cuando viene y que tienen un algo casi de juego (sobre todo cuando me empeño en freírlas estando él aquí) y que también se quedaron también en el plato de las mariposas sobre la mesa del comedor. Destinar a la cena lo que también tiene su parte de recuerdo...
Me tumbé en el sofá creo que mientras estaba el informativo. Vestida: pantalón negro de algodón, camisa azul ancha de viscosa, calcetines color verde oscuro...
Me eché por encima una de las mantitas auxiliares. La azul que estuvo sobre el otro sofá, el viejo que estaba en el piso cuando lo alquilé y ni lo utilicé nunca para sentarme...ni me decidí a tirar.
Y de pronto todo me olía a su presencia. Los cojines del sofá donde estuvo sentado y tumbado. La propia manta, donde creo que estuvo su ropa. El aire, incluso el aire.
Y cerré los ojos. Supongo que para no dispersarme con otras cosas, con la televisión que estaba emitiendo frente a mí, el ruido de la lluvia a veces incesante y sonora, el móvil avisándome de mensajes o actualizaciones, la niña de los vecinos haciendo gorgoritos de bebé, los ligeros crujidos que esta vivienda produce desde siempre para demostrarme que está viva...
Y me quedé dormida en algún momento.

No sé que hora era cuando desperté, no soy capaz de recordarla. Sé que llevé al frigorífico el plato de las empanadillas, que apagué la televisión, que pasé por el baño a lavarme los dientes, que volví a la cocina a tomar una cucharadita de Bisolvón y regresé al comedor a por uno de los vasos de colores que también estaban sobre la mesa tras haberlos usado para llenarlo de agua y digerir el medicamento. Ahora pienso que es curioso que regresara a por uno de esos vasos, que sólo empleó él, cuando en la cocina guardo una docena larga de vasos... Que me quité la ropa y me puse una camiseta. Y me metí en la cama. Y no recuerdo la hora...
Y recordé que finalmente no había escrito nada y que el portátil seguía encendido, pero no me levanté a apagarlo. Y que no le había mandado el ya casi necesario mensaje de buenasnoches a través del móvil. Porque me había quedado dormida sintiendo que su olor había quedado a mi alrededor. Me metí en la cama pensando instintivamente en todo esto sin pensar en nada concreto...
Y la cama también olía a él.

Penúltimo domingo de octubre. Semana estresante que he pasado parcialmente enferma. Llueve, lleva casi toda la semana sin dejar de llover, al fin.
Y anteanoche durmió a mi lado. Debería decir que 'también al fin'.
Pero sé que no es justo pensar en esos términos.

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