sábado, 25 de febrero de 2017

Acariciarle.

Sueño que le acaricio.

Que recorro cada una de sus piernas con mis dedos, con la palma de mis manos. Una primero, luego otra. Subiendo hasta sus caderas y volviendo a bajar. Rozando sus pies al bajar, rozándole con las uñas para hacerle cosquillas, también en las corvas. Aproximándome a su sexo al subir. Tiene las pantorrillas apoyadas sobre mis muslos. Subo mis manos por los suyos, primero uno hasta su pelvis, bajo por el otro. Rozo su sexo. Sonrío al sentirle reaccionar.

Sueño que le acaricio, como tantas veces, tantas y en realidad tan pocas, en el mundo real y en el pasado.

A veces también apoyaba su cabeza sobre mis muslos, y entonces acariciaba sus brazos. Bajaba de los hombros hasta las manos, volvía a subir. Y pasaba a acariciar su pecho. Como lo hice la primera vez que vino a mi casa. Entonces, hace más de seis años, llevaba el pelo largo. Me gustaba también acariciarle el pelo, y peinarle con uno de mis cepillos por la mañana. Luego se lo cortó, también hace años.

Sueño que le acaricio. Con los ojos cerrados. Me gustaba su piel cubierta de pelitos. Siempre me resultó tan sexy lo masculino que era, que es...

Cierro los ojos y sueño con él.
Pero sé que ya nunca estará cuando los abra.

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