lunes, 1 de mayo de 2017

Simplemente, sigo viva.

Mes quinto.
Este año, mayo empieza con una especie de 'puente'. Al ser sábado y domingo los últimos días de abril, nos juntamos con cuatro estupendos días no laborables. En mi empresa, me refiero, que no laborable en el resto del país es sólo hoy, Primero de Mayo.

Cuatro días que desde el principio proyecté 'para no hacer gran cosa'. Y que de manera innegociable decidí 'para no madrugar y levantarme tarde'. Todo lo tarde que me permitiese un cuerpo habituado a despertarse en torno a las seis, apagar de un manotazo el despertador a las seis y media, intentar rascar unos minutitos más al descanso...y terminar levantándose con prisa casi a las siete, que antes de las siete menos veinte ya tiene que estar camino del tren...

De momento, lo de levantarme tarde sólo lo he conseguido el sábado. Y la verdad es que hubiese preferido que no..., porque me levanté casi a las doce, pero como consecuencia de haber dormido francamente mal.

Me quedé dormida frente a la tele entorno a las doce, quizá hasta algo más tarde. El 'no tienes prisa mañana'. Me desperté a más de la una.
No podía apenas moverme y me costaba respirar. Era como tener una losa aprisionándome el cuerpo desde el cuello hasta el nacimiento de las piernas. Y los brazos hormigueantes. No sabía si tenía frío o calor o las dos cosas a la vez. La casa está fría porque han bajado las temperaturas y porque, como hizo calor días atrás, la Comunidad ha decidido quitar la calefacción, adelantándose a la 'fecha oficial' que es el 01 de mayo. Pero yo tenía también calor. O la sensación angustiosa de no poder respirar ni moverme me hacía sentirlo.

Ataque de ansiedad. De manual.

Como ya los conozco (suelo conseguir evitarlos en cuanto detecto los síntomas) decidí no entrar en pánico...porque es peor. Sé que no es un infarto. Sé que no es un ictus. También sé que no es un ataque de gastroenteritis (curiosamente, además del resto de los síntomas, el dolor y el malestar en el estómago también es muy similar). Sé que, aunque por un momento pueda pensar otra cosa, puedo levantarme y caminar. Y es lo que hice. Despacio (no respirar con normalidad y sentir que tienes encima un peso superior a tu propio cuerpo no facilita los movimientos). Por un instante sé que también pienso en llamar a emergencias....pero creo que desestimo la idea (o que, directamente, en esos momentos directamente no sé ni cómo se hace, ni dónde tengo el teléfono, ni cual es el número...). Sé que tengo que controlar la respiración poco a poco...

Termino en la cama. Creo que antes paso por el baño, que hasta me enjuago la boca con un elixir de ésos que en un momento dado sustituyen al dentífrico. También he cogido del armario un par de pastillitas para los gases (me siento llena de ellos. Y sé que no soy capaz de expulsarlos, que nunca he sido capaz, como no soy capaz de vomitar, que es algo que en esta situación también me pide el cuerpo y me sentaría bien). Imagino que bebo agua. Y que uso el inhalador multiusos.

Termino en la cama y decido que no voy a morirme.  No esta noche, por muy mal que me sienta. Y me siento muy, muy mal.

Sé que en algún momento me quedé dormida, imagino que cuando conseguí recuperar el ritmo normal respiratorio. Sé que la sensación de hormigueo en las extremidades es simple consecuencia de lo mismo: falta de oxígeno.
No sé cuantas veces me despierto. Tengo conciencia de hacerlo entorno a las ocho y no recuerdo si me levanto o no al baño. Sí sé que son más de las once cuando por fin decido que ya es de día para mí y que he sobrevivido. Me duele todo el cuerpo (sé que es de la tensión que generan estas situaciones) pero estoy aún viva.

Hace unas semanas me caí en la calle (siempre me he caído mucho, conservo cicatrices en las rodillas). Ya no me hago (apenas) daño, porque un día llegué a la conclusión de que si los niños se pasan el día cayéndose y dándose golpes y raramente se rompen nada es gracias a que tienen los huesos muy flexibles...y a que no oponen resistencia a las caídas. Desde que lo hago así, y puesto a que pese a mis 30 kilos de más sigo siendo bastante flexible, apenas me hago daño. Por aparatosa que sea la caída, me levanto y lo máximo será un hematoma durante días en  algún sitio, un dolor persistente unas horas o algún rasguño. Poco más y nada grave.

La caída de hace unas semanas fue así. Pero es la primera vez que me di cuenta de que vivo sola. De que si una caída así deriva en rotura de algún hueso, o me atropella un coche, o tengo cualquier accidente..., vivo sola. Que me tendré que apañar yo sola para todo. Que podía haberme levantado del suelo (hubo quien preguntó si de veras estaba bien, si tenían que llamar a una ambulancia...) llegar a casa (estaba apenas a doscientos metros) y descubrir que tenía un esguince, qué sé yo..., y nadie iba a hacer nada. Que tendría que hacerlo yo, como en este caso me di una crema de componentes naturales que me hizo bien, que repetí la aplicación tras la ducha y de nuevo antes de acostarme e hizo que apenas me doliera la rodilla magullada en toda la noche.

Si un día me caigo en casa y me rompo algo o, peor, pierdo el sentido, o me atraganto y no soy capaz de resolverlo (un par de veces he estado a punto de ahogarme por ese motivo), si el ataque de ansiedad realmente es algo más grave... no se enterará nadie. Ni voy a tener ningún tipo de ayuda al respecto.

Creo que la idea no me gusta en lo más mínimo.

Vivo sola como algo natural, como algo que no planifiqué así ni me pareció nunca raro ni mal. Nunca me planteé como algo vital el tener que vivir con una pareja, pero tampoco lo desestimé. Imagino que, de hecho, siempre pensé que terminaría siendo así...

A estas alturas ya ni me lo planteo, francamente. La última persona con quien sí me habría gustado compartir mi vida nunca podrá ser, y yo no me planteo buscar a nadie ni creo que en un futuro lo encuentre sin buscarlo. Ni me apetece, por lo más remoto, estar con otro hombre que no sea él. Que nunca estará y lo sé. Este año me ha quedado completamente y perfectamente claro. No soy parte de su vida.


Cuatro días libres. Esta mañana del día uno de mayo es el 'ecuador' de ese periodo. Paso de abril a mayo. Y, simplemente, lo empiezo viva. Sigo sola y sigo viva.

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