domingo, 2 de julio de 2017

De junio a julio.

Semana rarísima y larga.
O larguísima y rara.

De obras en el edificio donde vivo. Una obra muy simple, de las que no habrían supuesto ningún problema si me hubiesen pillado en vacaciones..., pero, cuando se trabaja a más de hora y media de casa, se entra a las nueve de la mañana y se sale a las seis de la tarde, las cosas se complican. Y mucho.
Pero..., en fin: ya se terminó la semana. Y, más o menos, la obra.

También se terminó el mes de junio. Otro ejemplo de periodo complicado. Y largo, siendo un mes de sólo 30 días.
La semana también me ha sido rara porque él vuelve a estar enfermo. Aunque sea de esa enfermedad crónica suya, que ya sabemos que es periódica y se cura. Pero siempre que está enfermo me preocupa. Y mucho. Y me hace pensar que me gustaría ser yo quien le cuidase...

Esas cosas que nunca podrán ser. Como tantas otras.

Mañana es el primer día laborable del mes de julio. Y quedarán dos semanas (justas) para el horario de verano. Y cinco semanas (más o menos) para mis vacaciones.
Vacaciones que no serán otra cosa que 'no ir a trabajar', simplemente.

Vacaciones que nunca serán días a pasar con él. Otra de esas cosas, simples, que tampoco podrán ser nunca.

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