domingo, 3 de diciembre de 2017

Empezando el final del año.

Empieza la primera semana del último mes del año. Este año impar y primo que está siendo tan raro y que quisiera que con el tiempo se convirtiera en totalmente olvidable.

Cada año, la primera semana de diciembre es una sucesión de intermitencias laborales. Al tener dos días festivos a nivel nacional (el día 06, aniversario de la aprobación de la Constitución y, por tanto, Fiesta Nacional conjuntamente con la del 12 de Octubre; el día 08. la Inmaculada Concepción, y por consiguiente festivo de tradición religiosa, conjunto al 15 de agosto) casi todos los años es un 'hoy trabajo-mañana libro-pasado trabajo-al otro libro' bastante desconcertante. Porque cuando llega el último día festivo (o laborable, según caigan los días semanales coincidentes con los laborables-festivos) ya no sabemos en qué día vivimos ni qué toca al siguiente...

Este año, los festivos son el miércoles y el viernes. Y como los días que me restan por disfrutar de las vacaciones anuales que me corresponden me los he reservado para las navidades, no puedo cogerme 'puente'. Así que me toca semana intermitente.

Tampoco pensaba hacer nada especial en ese 'puente' de cinco días que habría sido el resultado de haber tenido un día suelto de vacaciones o no haber guardado para navidad los ocho que me quedan.

Imagino que esa falta de planes y de motivaciones para hacerlos es la razón por la que no he planificado en todo el año mis días de vacaciones. Tres semanas en agosto, porque es lo más tarde en verano que en mi empresa podemos cogerlas; dos semanas en navidad, para terminar el año y empezar el siguiente fuera de allí. Y porque es lo más tarde que, en mi empresa, podemos coger las vacaciones que nos resten.
Por tanto, ni semanasanta, ni puente de mayo, ni puentes de octubre o noviembre. Las vacaciones en dos bloques concretos, con los días mínimos que en verano podemos cogernos (quince días, que al ser hábiles se corresponden a tres semanas) y el resto en navidad, que al ser también 'días hábiles' convierten ocho días en dos semanas completas (el día 25 de diciembre y el 01 de enero son lunes, este año. Por eso ocho días completan el resto de las dos semanas). En total, tenemos 24 días de vacaciones al año. El día número 24 tuve que pedirlo para estar en casa con motivo de una reforma en el edificio. A la que también tuve que dedicar otras cuatro horas y pico..., y preferí que me descontasen su coste de la nómina en vez de perder otro día de vacaciones. En esto sí fui calculadora..., pero simplemente porque prefiero esos 'bloques de vacaciones'...

Mi presente es tan interesante y tan apasionante como el texto de este post: cosas intranscendentes. Casi como hacer la lista de la compra y compartirla.

A veces me despierto a mitad de la noche y le echo de menos. Pero cierro los ojos, me doy la vuelta en la cama, me hago un ovillo, vuelvo a darme la vuelta, intento volver al sueño absurdo del que acabo de salir.

A veces recuerdo que más que probablemente no vuelva a verle en lo que queda de año. Y entonces empiezo instintivamente a calcular qué día podría, qué día podríamos... Entonces vuelvo a recordar que la razón por la que más que probablemente no vuelva a verle en lo que queda de año, y quizá mucho más tiempo que ése, es que él no tiene la menor intención de verme ni de que le vea. Y cierro los ojos, pero no puedo darme la vuelta ni hacerme un ovillo, porque estoy en la calle o en el bus o en el tren o en el trabajo. Y me duele tanto que por un instante me cuesta respirar.
Y todo me parece absurdo, pero no es un sueño.

Tengo ganas de que termine este año. No porque crea que el próximo, un año par con Mundial de Fútbol, vaya a ser mejor. Simplemente, cambiar de año. Sin más.

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