domingo, 17 de diciembre de 2017

No recordar, para no olvidar.

Última semana antes de mis vacaciones. Dos semanas justas para que termine el año.

El 'pepitogrillo' o duendecillo protector que vive en mi hombro derecho (o en el izquierdo, dependiendo de dónde lleve el bolso) ya me está repitiendo lo de 'noquieroir-noquieroir-noquieroir', refiriéndose al lugar en que trabajo. Y aún faltan horas, nueve exactamente, para que llegue ese momento.
Pero es que no quiero ir.


Y las dos únicas razones por las que iré son que me pagan por ello...y que será el comienzo de una cuenta atrás.  Para que lleguen mis vacaciones. Y, quizá, para empezar en serio  a buscar otra cosa, algo que me estimule, que me provoque, que me devuelva las ganas de hacer cosas. Algo que ahora mismo no tengo.

En el resto de las cosas..., en fin. No hay más cosas. Sin más.

Y también  tengo que reconocerlo de una vez por todas, y empezar el nuevo año rendida a la evidencia. No hay más.
Si alguien no te llama, no hace absolutamente nada por intentar verte, rehúsa las proposiciones y los planes y las opciones que le haces para que os veáis,  si nunca te ha dicho que te quiere, si no le gustó nunca que se lo dijeras, si nunca tuvo un detalle contigo, si ni recuerda qué día es tu cumpleaños ni en qué fecha aproximada durmió por primera vez contigo, si cada vez que por fin quedabais estaba pendiente todo de un hilo y era más fácil que se cancelase el encuentro a que se llevase a cabo, si nunca ha querido quedar para comer o cenar en cualquier sitio, si la única foto que tienes con él es de un tiempo en que simplemente era un compañero de trabajo y te ha dejado claro que no quiere fotos contigo, si hace más de un año que no tomáis un café juntos (y antes de esa última vez también hacía meses), si nunca has podido tocarle en público, si nadie de su entorno sabe que existes, si ni siquiera te tiene guardada con tu nombre en la agenda de su teléfono, si te ha demostrado por activa y por pasiva que no eres parte de su vida ni formarás nunca parte de ella, si ni siquiera le atraes como mujer, si lo único que tienes claro y seguro de él y con él es que todo lo que he enumerado ahora mismo es lo único que hay..., es que ya no necesitas...no necesito, más pruebas.

Por mucho que le quiera, porque no voy a dejar de quererle. Pero no hay más. Sólo hay eso y sólo es eso lo que ha habido: que yo le quería. Y ya está.

Y no voy a dejar de quererle y lo sé. Pero no puedo seguir insistiendo. No va a volver a estar conmigo. Ya no está conmigo.
Creo que nunca lo estuvo, por mucho que recuerde algún detalle, algún momento, alguna llamada...
Ya está.

La semana que viene lavaré la funda de la almohada suplementaria, antes de guardarla. Esta vez, de manera definitiva. Porque pasará mucho tiempo antes de que alguien duerma en mi casa y pueda necesitarla. La compré para él, que sí la necesitaba.
A mí no me hace falta. Yo dormía acurrucada sobre mis propios brazos, mirándole. Me gustaba verle a mi lado si abría los ojos un instante, antes de seguir durmiendo. Me gustaba verle a mi lado al despertar. También recuerdo eso como si hubiese sido anoche.

Me quiero quedar con ese recuerdo, con el recuerdo de esa sensación de 'todo está en su sitio y todo esta bien'.
Aunque sepa que era un espejismo, me quiero quedar con ese recuerdo.

Quiero que termine el año.
Quiero aprender a buscar una pócima secreta, encontrar un sortilegio que me ayude a no recordarle.
Pero que, a la vez, me haga no olvidar. Nunca.

1 comentario:

EspacioLibro dijo...

La leo hace años... Leo tantos blogs pero por algún motivo siempre termino volviendo por acá a ver como está. Me gustaría abrazarla para que no esté tan triste. Le manda un fuerte abrazo una chica que está en su sofá con sus gatos estudiando desde una tarde inusualmente fria y lluviosa del verano montevideano.