martes, 20 de febrero de 2018

No podrá nunca imaginar...

Le echo de menos.

De una forma salvaje, instintiva. De ni necesitar pensar en él conscientemente para sentir que le echo de menos.

Diecisiete días sin hablar con él. Seis sin saber como está.

Y el dolor de que probablemente...seguramente esto será una sucesión de días, de sumar días a esa cuenta.

Una vez le dije que si un día dejábamos de vernos, de llamarnos, que por favor buscase el modo de hacerme saber cómo estaba. Que no iba a saber cómo vivir sin saber de él.
No sé cómo hacerlo. Y cada hora es una clase más, una prueba más, un examen más que suspendo.

Y sé, siempre lo supe en realidad, que no hará caso a aquella petición.
No me va a llamar. No me va a escribir.

No sabe cómo le echo de menos, como nunca quiso saber cuanto le quería.  Como nunca pudo imaginar como me gustaba. Cuanto me gustaba él, cuanto me gustaba escucharle hablar, estar a su lado, mirarle, tocarle. Que me tocase.
Nunca quiso saberlo. Nunca le gustó oírme decir que le quería.

Nunca quiso conocerme ni dejarse conocer.
No podrá nunca imaginar cómo le echo de menos.

No hay comentarios: