lunes, 19 de febrero de 2018

Sms nº 999.

"Buenas noches, Jose.

Me hubiera gustado volver a verte. o, al menos, poder haberme despedido de ti de otro modo. Pero me has dejado claro de todas las formas posibles que no tienes el menor interés de mantener ningún contacto conmigo.

Por fin lo he entendido de una vez por todas.

Sólo me queda agradecerte muchos momentos de todos estos años. Y pedirte disculpas por tomarme confianzas que nunca me correspondieron y por no haber querido entender que nunca fui parte de tu vida. Y, sobre todo, por haber seguido insistiendo (tiendo a agotar todas las posibilidades).

Gracias, muchas gracias de nuevo, por todo.

Deseo que todo te vaya bien. Nunca quise otra cosa.

Un abrazo"

Y con esto, que ni contestó ni va a contestar porque ya había ignorado mis anteriores mensajes, se termina una de las pocas cosas que me han importado en esta vida, una de las pocas historias en las que quise creer y por las que quise apostar. Y sólo me queda una inmensa sensación de vacío, de haberme equivocado, de sentimientos de culpa por haberle hecho perder su tiempo. De necesitar saber cómo está y saber que da igual, porque él ya decidió por mí y decidió que no me iba a llamar ni a escribir ni a responder mis llamadas ni mis mensajes.

Y no entender nada, no ser capaz de entender nada. Sólo echarle de menos, echarle tanto y tanto de menos...

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