sábado, 17 de febrero de 2018

Sábado de informática e intranscendencias.

El portátil me está empezando a dar la lata.
Tarda en cargar las imágenes. Intentar ver el capítulo de cualquier serie es casi misión imposible: diez segundos de emisión y se para la imagen y se pone a cargar... Dos minutos y otro de entrar en bucle...

Creo que se calienta demasiado. Pero no sé cómo abrirlo (bueno, simplemente no me he puesto a investigarlo) para mirar si es que el ventilador está sucio. Que seguramente lo estará, porque en cinco años y pico no se ha limpiado nunca. Y mi mesa de salón suele acumular bastante polvo.

También tenía otro tipo de basura. El viernes pasado limpié a fondo aplicando el programa de 'liberalizar espacio en disco' (ése que te dice cuanta basura hay acumulada a base de archivos temporales, restos de vaciar la papelera de reciclaje, cookis, errores de sistema y demás restos que no ser ven, pero ocupan espacio). Luego pasé a desfragmentar y esas cosas: lo dejé toda la noche en la tarea. También porque, al ir lento, va lento para limpiarse...
Antes, no sé si el miércoles o el jueves, volví a descargarme el antivirus gratuito: había caducado y no me permitía volver a 'renovar' la anualidad sin coste.

Lo que más miedo me da cuando empieza a hacer cosas raras es perder las fotos. Es más: es de lo primero que me acordé: las fotos. Si se me estropea, me quedo sin los archivos de imágenes (bueno, no me quedo sin ellos porque enviaría el portátil a reparar), pero...

Así que me compré un pendrive con memoria de alta capacidad. Creo que 64GB..., sí, 64. Pensé que con eso bastaría para hacer una copia de seguridad externa...
No contaba con que el peso de lo que tengo en el portátil era bastante más del doble.
Entre eso y lo lento que iba el portátil, ni me molesté en intentar trasferir el archivo de imágenes.

Ayer volví a pasar los programas de limpieza y desfragmentación.
Antes, por la tarde y tras salir del trabajo, compré un disco duro externo en un centro comercial. De 1TB. Me parece una barbaridad de espacio...,pero al menos ahí sé que no voy a ir teniendo problemas para que me quepan todas mis fotos. Las que ya tengo y las que pueda ir haciendo en el futuro.

Esta mañana las he ido trasfiriendo. Por carpetas. Desde el verano del 2013 (tras la 'muerte' de mi primera Nikon) clasifico las fotos por meses: hasta ese momento no había deducido que era el sistema más cómodo. Hasta entonces, cada vez que descargaba fotos se creaba una carpeta con un nombre (código alfanumérico) propio. Tengo carpetas de esa época con cien fotos y carpetas con apenas dos o tres.

He empezado por las que tenían fotos de los meses de enero, he seguido con febrero..., así, lógicamente, mes tras mes. Luego he ido añadiendo todas las demás.

Ahora tengo un archivo de seguridad externo. Así, si finalmente al portátil le pasa algo malo..., me llevaré el pertinente berrinche, pero no perderé mis archivos de imágenes.
Porque mis fotos son de las pocas cosas que de veras me quedan.
Y no puedo perderlas. No sé qué pasaría si las perdiera.

Y estoy esta tarde de sábado nublada, en algo que no sé si es una primavera temprana u otro invierno como los pasados, de ésos que se llaman 'invierno' y el nombre es lo único que tienen de la estación, porque no hace frío..., aquí estoy, escribiendo sobre estas cosas intranscendentes. O esas intranscendencia que sólo me importan a mí.

Porque mientras escribo de ordenadores portátiles lentos, de archivos fotográficos, de memorias usb o discos duros externos, mientras escribo de todo esto en el mismo portátil del que estoy hablando y que sobre mis rodillas además parece un calefactor, sentada en el sofá con los pies sobre el borde de la mesa, con un jersey que se está deshaciendo de puro viejo y usado y una goma en el pelo por toda indumentaria, mientras escribo esto con los platos, taza y vasos del desayuno y la comida aún a mi lado en el sofá, y el cielo es de un gris muy luminoso y las sábanas y la camiseta con que duermo se balancean en la cuerda de tender de la terraza..., mientras lleno de letras, negro sobre blanco, este folio virtual, no escribo (y hasta por unos segundos creo que no pienso) en lo que de veras me duele y me importa.

No hay comentarios: