martes, 3 de abril de 2018

Casi curada (pero no).

Cuando alguien que nunca está enfermo va y se pone malo, pues resulta muy llamativo.
O eso pienso cuando me pasa.

Y no, no es que nunca esté enferma (como se suele pensar), es que no se me nota. Cuando se me nota, es porque me quedo afónica (y poco más). En veintimuchos años de vida laboral, sólo he tenido una baja médica (en realidad, fue una baja para negociar la salida de una especie de empresa que realmente era una banda de estafadores. Era la única forma de que me reenviasen al paro) y dos días en que no fui a trabajar porque tenía una gripe tan tremenda que no me tenía en pie (literalmente). Al margen de esos dos momentos excepcionales, he ido a trabajar recién operada, con esguinces que me obligaban a dedicar diez minutos a algo tan simple como atravesar una calle y veinticinco metros (y que nunca me curaron del todo), con una infección en los ojos que realmente asustaba mirarme... Aparte gripes, ataques de alergia con sus afonías, crisis de ansiedad... No falto al trabajo. Y normalmente, apenas se me nota nada.

Y no, no es que vea mal que la gente falte al trabajo si está enferma. Es más, soy la primera que dice 'no sé qué haces viniendo así, vete a casa'. Pero..., pero yo no valgo para eso.
Es como si en mi más profundo 'yo' considerara que no tengo derecho a ponerme mala. Igual por eso hace tantos años que no voy al médico. Y no porque lleve tanto tiempo sin enfermar: es que no voy.

Así que estos dos días, en que tengo la garganta fatal (llena de heridas de toser, estornudar y de la propia alergia), toso de una forma angustiosa (me falta el aire) y por lo visto tengo los ojos vidriosos...pues constituyo un espectáculo. Y me dicen que porqué no voy al médico y esos tópicos, sí, pero creo que ya saben que no voy a hacer caso.

Ayer por la tarde volvía a tener fiebre. Cené pronto, me arrebujé en el sofá con la manta tras tomarme un poco de leche caliente con miel y un paracetamol, dormí sin sueños unas tres horas frente al televisor encendido y casi sin sonido antes de trasladarme a la cama. Esta tarde mi fiebre era tan poca que en cualquier otra persona el resultado del termómetro habría pasado por temperatura normal.

Sé que en tres o cuatro días ya estaré lo bastante recuperada como para que resulte creíble decir que 'ya estoy bien'. Aunque no lo esté.


Esta vez me ha pillado con las defensas más bajas, supongo, y por eso no he podido disimular.
Y es que el estado de ánimo influye. Y yo llevo muchos meses triste.
Y tantos días, tantas semanas ya, sin saber nada de él tampoco ayuda a hacerme mejorar.

No hay comentarios: