martes, 10 de abril de 2018

Cinco primeros meses.

Y los días pasan, pero el tiempo no avanza. Todo sigue igual.

Abril sigue pareciendo invierno. Casi podría afirmar que es lo único que me gusta, que aún no haya empezado el calor (como otros años en estas fechas), pero empieza a cansarme este tiempo monótono, también en lo climatológico.

No me llama, no me escribe, no puedo llamarle. Y sé que esto no cambiará. Y sigo sin saber porqué, que ocasionó el origen de esta situación. Sé lo que pasa (o al menos, tengo que creérmelo) pero no sé porqué decidió no contármelo en su momento.
No entiendo nada. Y eso no ayuda a que deje de doler.

Mañana hará cinco meses desde la última vez que le vi. No es la primera vez de cinco meses de distancia (ya ocurrió el pasado año, desde mediados de diciembre de 2016 a finales de mayo de 2017), pero en esos meses fueron (aun) horas de conversación, planes fallidos, aplazamientos...

Este año no ha habido nada de eso, más allá de una semana en enero en que me creí que de veras podríamos vernos un rato, un viernes cuando saliera de trabajar... A  estas alturas tengo claro que en ningún momento fue posible y él lo supo desde el momento en que en vez de esquivar mi propuesta de 'a ver si te puedo acompañar un ratito una tarde de éstas' me respondió que 'igual el viernes de la semana siguiente...'.  Igual era un 'planB' que se planteó a sí mismo, por si fallaba el 'planA' que desde hacía muchas semanas era su realidad.

Tampoco a estas alturas me creo lo de la 'recogida y entrega a domicilio' familiar. Supongo que sí fue así en un primer momento, cuando en las navidades de 2016 le cambiaron el horario ampliándole una hora más la jornada y la única forma de poder cuadrar ese horario con sus obligaciones familiares pasaba por que le fuesen a buscar. Pero no me creo, ya no, que esa situación se prorrogase durante casi dos años. Simplemente, había quien le interesaba más que yo como compañía a la hora de salir del trabajo y volver a su casa. E imagino que también a mí me resultaba más sencillo creerme sus explicaciones-excusas en vez de reconocer una realidad tan obvia.

Mañana se cumplen cinco meses sin verle. Y muchas semanas ya sin escucharle. 

A ratos, pienso en volver a escribirle. O en empezar a escribirle, más bien. Algo más allá del mensaje de buenasnoches que fue una rutina durante años...
A veces lo pienso. Abrir un blog exclusivamente para él, para escribirle.
Luego pienso que es un disparate. Y desisto.

Me duele mucho su ausencia. Más su silencio que la falta de su presencia física en mi vida.
Mañana se cumplirán cinco meses.

Y sé que en esta ocasión no son sino los cinco primeros meses sin él. Porque en mayo serán seis. Y en noviembre el día once escribiré que ya ha pasado un año entero desde la última noche que desperté a su lado. Y que no ha querido volverme a ver.

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