domingo, 5 de agosto de 2018

Agosto caluroso y vacío.

Ya trabajando.
Sin ganas y sin la menor vocación, lo admito, pero el martes conseguí que mi doctora me diera el alta y el miércoles, día 01, volví al trabajo. Dos meses y algo de baja laboral me parecía tiempo más que suficiente, por mucho que perfectamente podría haberla prorrogado para todo el mes de agosto (total, el alta definitiva  por parte del hospital no la tengo y no la tendré hasta el día 20. En esas fechas, si me daban el alta estaría de vacaciones...y, es más, habrían transcurrido la mitad de las vacaciones que me tienen aprobadas. Por lo que habría estado igual sin trabajar y, encima, me deberían esos días. Cualquiera hubiese hecho eso. Pero yo debo ser tonta, además de masoquista).

Hace muchísimo calor. Mucho. Le llaman 'ola de calor', pero en realidad no es otra cosa que el verano. Sólo que este año ha llegado un poco más tarde. El verano en todo su esplendor suele llegar en Madrid en pleno mes de julio. Este año, por lo que sea, se ha retrasado y nos está tocando ahora. Mejor dicho: este año julio ha sido soportable y agosto está siendo como todos los agostos: calor y más calor.

Esta semana trabajo (de nueve de la mañana a tres de la tarde) y el viernes empiezo mis vacaciones, hasta el primer lunes de septiembre. Así que como vuelvo sin ganas ni demasiado interés, mi único objetivo es que estos días pasen rápido. Sin más.

Con el paso de los días y según voy volviendo a la rutina, me voy dando cuenta de que todo en mi vida sigue siendo tan anodino como antes de mi baja. Un trabajo que no me aporta gran cosa (y que probablemente me aportará el sueldo base según convenio de aquí hasta finales de mes, porque en estos dos últimos meses los objetivos que me exigen para cobrar incentivos deduzco que se han desplomado), unas perspectivas de futuro laboral tediosas (nada va a cambiar, no hay nada más a lo que aspirar), el echarle de menos cada día y no saber cuándo volveré a verle...y sí saber que no estará en mi futuro porque decidió sacarme del suyo...

De momento, mi único objetivo es que no vuelva a repetirse mi enfermedad, que no haya recaídas. Como no hemos conseguido averiguar qué lo provocó (más allá del estrés y de la tristeza, estoy segura) podría volver en cualquier momento. Y la idea de un nuevo ingreso hospitalario, enganchada al suero salino (sigo teniendo las marcas de la vía en la muñeca izquierda y el antecodo derecho) no me atrae en lo más mínimo..., para qué negarlo.

Agosto se presenta tremendamente caluroso.
Y vacío.

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