Me siento muy cansada.
Y no es explicable, porque (básicamente) no hago nada en todo el día.
Me sigo despertando sobre las 06:00h de la mañana. Ya es de día, estamos en la época en que más cortas son las noches, en que antes amanece. Me doy cuenta enseguida de que no tengo prisa y vuelvo a dormirme. Creo que alguna vez me levanto al baño, también creo que lo hago en el transcurso de la noche, pero no podría asegurar ninguna de las dos cosas. Me vuelvo a despertar sobre las 08:00h, sobre las 09:00h. Tampoco estoy segura de ninguna de estas cosas.
Hoy me he levantado a más de las 10:00h. No he hecho nada importante. Básicamente me he dedicado a planchar. Un par de juegos de sábanas (al ser 100% algodón, necesitan plancha), algún vestido de verano que llevaba en el cajón desde el pasado mes de octubre, alguna camiseta lavada estos últimos días.
No he hecho mucho más.
Sólo he salido a la calle para acercarme a la frutería, que está a apenas 100 mts de mi portal. He ido a media tarde, he comprado hortalizas para hacer gazpacho, que es lo que he cenado.
Nada aparte de eso.
Es San Juan. Anoche encendí un par de velas y las dejé en sus recipientes de cristal en la terraza. Sobre las 04:ooh se habían apagado: a esas horas me desperté en el sofá y lo pude constatar antes de irme a la cama. Corría algo de viento, pero caluroso como si estuviéramos en el desierto.
Tengo otras dos encendidas.
Para mí, la noche de San Juan es tanto la del día 23 al 24 como la propia del día 24 que da paso al 25. Mi lógica es que si se conmemora algo similar a la Nochebuena, y ésta es la noche del 24 al 25..., pues eso mismo.
Me parece increíble que hayan pasado seis meses desde navidad. Que falte exactamente eso para las próximas navidades.
Que año tan raro. Que vacío, en realidad.
Estoy triste. Estoy cansada. Estaría todo el día tumbada, de la cama al sofá. O ni siquiera eso: todo el día en la cama.
Tardo en poner la radio por las mañanas. Yo, que siempre fue lo primero que hacía... Se termina un disco y no pongo otro. Eso me lleva pasando meses, ahora que me paro a pensarlo. Algunas tardes llegaba a casa y no ponía ni la tele ni la radio... Me estoy acostumbrando a vivir sin música, supongo.
El plan era aprovechar estos días, estas semanas hasta que vuelva a trabajar, en limpiar, ordenar, tirar cosas que ya no me sirven.
No estoy haciendo apenas nada.
Me paso el día con una camiseta grande y el pelo recogido de cualquier modo. Me ducho por la sensación de calor, pero sin demasiado interés siquiera en elegir el olor del gel. La otra noche olvidé darme crema hidratante y creo que eso me hizo dormir peor: me dolía la piel. Había tenido un arrebato de, quizá, coquetería y me había aplicado un gel exfoliante (con olor a menta, que compré en navidad y reservé para estas fecha, quizá porque relaciono la menta con algo refrescante) y tenía preparada una crema del mismo olor para aplicarme después. Me quedé dormida en el sofá.
Y, como digo, tenía la piel tan seca que me dolía.
Tendría que hacerme la pedicura, que darme un baño de color en el pelo. Pero no me apetece hacer nada.
Podría pasar los días en la cama, levantándome para comer algo. Podría llevarme el portátil y conectarme a internet para ver fotos, echar un vistazo rápido a los diarios digitales o leer el horóscopo en las revistas femeninas. No creo en los horóscopos, no suelo leerlos. Pero igual sería un plan divertido.
Creo que le echo de menos. Bueno: sé que le echo de menos. Pero vuelvo a pensar que soy algo completamente innecesario para su vida. En realidad, lo he sido siempre. O ni siquiera eso: no he sido nada.
Le echo de menos y no soy nada.
En otros periodos de desempleo, iba a verle. Iba a esperarle a la salida del trabajo, al menos una vez a la semana. Cada quince días como mucho. Algunas semanas hasta le vi más de una vez.
En este nuevo periodo ni siquiera existe esa posibilidad.
Riego las plantas, eso sí. No sé si las regué a conciencia ayer o si lo he hecho esta mañana.
Empiezo a perder la noción del tiempo, tantos días idénticos. Tantas tardes en que ya anochece a más de las 22:00h.
Tal día como hoy, como ayer porque ya es día 25, conocí a M. Hace muchos años.
Y me cambió la vida. Y sé que no fue para mejor.
Y también sé que si tuviese la ocasión de volver atrás (eso a que a veces todos nos planteamos) seguro que cometía exactamente los mismos errores. Incluso si volviera atrás sabiendo todo lo que pasó durante todos aquellos años.
Porque igual si lo evitaba..., no sé. Igual ahora no estaba aquí escribiendo esto. Igual no estaba echándole de menos (no, no a M, de quien raramente me acuerdo. Es algo que está ahí, en mi pasado, como están en la pared algunas antiguas marcas de alcayatas que no me molesto en mirar o en los álbumes que no hojeo nunca están algunas fotos).
Noche de San Juan. No he pedido deseos.
Simplemente tengo dos velas ardiendo en la terraza.
Dos, porque el año pasado no pude encender ninguna al estar en el hospital.
Espero que ardan toda la noche, hasta consumirse.
Espero terminar recuperándome de esto que me pasa y a lo que no quiero poner nombre, aunque en el fondo sé lo que es.
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