lunes, 1 de julio de 2019

Empezar semana, mes, trimestre, semestre.

Comienzo de semana, de mes, de trimestre y de semestre.
Día 01 de julio.

Un calor sofocante. Aunque así llevamos más de una semana: un calor de los que no dejan dormir por las noches y aplatanan por el día. Un calor con el que se despidió este entre prescindible e inolvidable mes de junio. 

No hago gran cosa en todo el día. Rutinas. El otro día me dio por pintar piedras pequeñas para que parecieran mariquitas. Hoy he arreglado el móvil de conchas y cuerda de la terraza. Arreglarlo ha sido desarmarlo del todo y cambiar las cuerdas. Lo hice el verano pasado, pero se ve que no elegí una buena cuerda porque se ha ido estropeando y deshilachando con el paso de los meses, el sol y el propio movimiento. 

Me gustan los móviles. Me gusta que tintineen en la terraza, donde tengo tres: éste de conchas, uno de piedras de ágata y un tercero metálico, aunque está pegado a la pared y tampoco hace demasiado ruido. Y luego tengo otros por la casa. Ya digo: me gusta su sonido cuando los mueve el viento.
Ahora mismo no corre la menor brisa. No se mueve absolutamente nada.
Nos espera otra noche de calor sofocante, de no poder dormir.

Hoy he actualizado el currículum en un par de portales de búsqueda de empleo. Hay alguna oferta a la que me podría apuntar..., pero el duende bueno de mi hombro derecho me dice que no tenga prisa, que mejor deje pasar el mes de julio, que descanse.
El problema es que el otro duende, el del hombro izquierdo, a veces se pone nervioso. Y me temo que en cualquier momento le entrará la angustia y me veré respondiendo ofertas. Y recibiendo negativas. Y será peor.

También me han ofrecido cursos. Eso que empiezan a ofrecerte desde el Inem en cuanto te das de alta (sobre todo porque mientras te están 'formando', sales de las listas de parados. Nos las sabemos todas). Fui a un par de academias de las que me notificaron, más que nada para que en el Inem no puedan alegar que no les hago caso. En una me agarré a la posibilidad de que seguramente no empezarían hasta septiembre (ha debido ser así, porque no he vuelto a saber nada). En la otra, que es para un módulo de corta duración (sólo este mes de julio) no les dije ni que sí ni que no. Así que lo mismo mañana, que es cuando empieza, me veo allí a las cinco de la tarde...porque realmente no tengo otra cosa que hacer.
Aunque a priori no me apetece en lo más mínimo, la verdad.
De decidirme sería para tener una excusa para vestirme, darme el rimmel y hablar con alguien. Cinco horas fuera de casa, de cinco de la tarde a diez de la noche. 
Ni siquiera tengo claro de qué va el módulo. Algo relativo a la contabilidad de pequeños negocios (el curso, que completo son unas 600 horas, va de creación de pequeñas empresas). O sea, algo que no necesito ni me va a aportar nada para mi futura vida laboral.
Ya veré que hago. Pero en principio es un 'no'.

En las tres semanas que llevo desempleada no he hecho gran cosa. Como digo: ligera intendencia doméstica. Lavadora, plancha, tener los platos limpios, a veces limpiar el polvo. Poca cosa más para la de cosas que sí tendría que hacer en casa (tirar, ordenar, limpiar). Pero es que no me apetece hacer nada.
Hoy sólo he salido para comprar tomates para hacerme el gazpacho que he cenado y que cenaré mañana. 
Paso el día vestida con cualquier camiseta vieja y el pelo recogido con una goma. Para qué más.

Me gustaría verle.

Otras veces, cuando he tenido un periodo de desempleo, le veía. Al menos una vez por semana. Y hablábamos a menudo por teléfono.
Llevo dos semanas sin hablar con él. El jueves me respondió a un mensaje de la noche anterior comentándome que está enfermo. La garganta, sus problemas crónicos.
Cuando está enfermo me preocupo, no puedo evitarlo.
Y tampoco puedo hacer nada por él.

No sé hacia dónde va mi vida.

Voy teniendo controlada la depresión que, sé, me han provocado los últimos meses y sus circunstancias. El despido sólo fue una cosa más, no el desencadenante. Estoy segura de que de haber seguido trabajando estaría aún peor. Bueno: seguramente estaría de baja médica.

Lo único que salvo de estos meses es haberle visto dos veces, haberme despertado a su lado. Aun sabiendo que no tiene el menor interés en mí, como mujer (hay cosas que no se pueden fingir), me compensa. Dormir a su lado me tranquiliza. Le beso en la espalda cuando ya se ha levantado, en el sofá, y el calor de su cuerpo en mis labios me convence de que es real y que está ahí, a mi lado.

Me repito que todo saldrá bien, pero soy consciente de que me esperan unos meses difíciles. Un final de año difícil.
Sobreviviré.
He llegado hasta aquí sobreviviendo. Hasta la ninguna parte donde estoy.
Pero estoy.
Empezando semana, mes, trimestre y semestre.

Uno de julio. Verano en Madrid.


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