viernes, 21 de junio de 2019

Hospital, Inem, fallos informáticos...Semana rara.

El viernes de la semana pasada tenía cita con mi médica a primera hora de la mañana.
El mismo viernes tenía cita con Hacienda por la tarde.
La cita con la médica era para saber los resultados de una analítica que me mandó, urgente, el martes y que me hicieron el miércoles. El mismo miércoles, mientras me sujetaba la gasa sobre el pinchazo para evitar el posterior hematoma, cambié la cita al lunes.
Porque ya tenía algo más que un presentimiento. 
Y no podía permitirme cancelar la cita con Hacienda (tras el numerito que monté el año pasado para que me diesen permiso en el hospital y poder ir). 

El lunes por la tarde fui a consulta. Y lo primero que me dijo mi doctora es que tenía que ir urgentemente al hospital a que me repitieran la analítica...porque los valores en algunas cosas eran más que preocupantes. 
Y yo, en el fondo, lo sabía.

El ataque de ansiedad del lunes anterior me habían desestabilizado. También físicamente. Y se ve que en estos casos se va todo al mismo sitio. A disparar los niveles de mis transaminasas y subirme el índice de bilirrubina.
La comparecencia inmediata en el hospital fue innegociable (juro que intenté aplazarla...pero no coló). 

Tres horas y un pinchazo más tarde, y el hematoma producido por la vía (pedazo aguja) que tuve durante un par de horas, me dieron el alta. Con los niveles más o menos controlados (altos para cualquiera, dentro de la franja de normalidad de los míos). En medio, una enfermera preguntándome si trabajaba en la radio porque mi vocabulario no era muy habitual ('yo es que hablo mucho'. 'Sí, si aquí viene mucha gente que habla mucho. Pero como te expresas tú, que se te entiende todo, viene muy poca gente'). otra encantada conmigo, un doctor de muy buen ver que tampoco entendía la urgencia para repetir mi analítica y que terminó aceptando repetirla...también para que mi doctora se quedase tranquila.

Estrés. Es la primera vez que me lo han reflejado en un informe. 
Es más que probable que lo mío sea autoinmune y que lo provoque el estrés. 

O sea, lo que me han dicho en alguna otra ocasión, en vista de que no daban con los motivos de mi enfermedad. Lo provoco yo misma, inconscientemente, para protegerme mentalmente. 
Es perfectamente lógico. Pero igualmente desconcertante. 

Mi único tratamiento es descansar y no estresarme. El resto, como me dijo el doctor, no hace falta decírmelo: 'creo que no tengo que recomendarte nada más: ya deduzco que te estás controlando tú sola'.
Y sí, así es. Mucha agua, alimentos frescos...

La última sorpresa de la noche me la dio mi portátil. Que se puso a actualizarse (tengo las actualizaciones controladas manualmente. no sé qué pasó) y el resultado, media hora más tarde fue una desconfiguración interna que se llevó por delante la imagen del fondo de pantalla....y el teclado en castellano. Perdí la 'eñe', los signos de apertura de interrogación y exclamación, las tildes...y cambió de sitio todo menos el teclado alfabético básico.
Y no fui capaz de arreglarlo.

Aparte, se escondió el explorer (menos mal que trabajo con chrome y que tenía un acceso directo en el escritorio), se borraron todas las contraseñas..., un pequeño desastre.
Esa noche me dieron más de las dos intentando arreglarlo. Recuperé el acceso a algunos sitios, me busqué la vida para copiar una arroba (luego, el martes, la localicé de otro modo en otra tecla), pero no fui capaz de solucionar nada importante: el equipo no guardaba los cambios. Aparentemente todo debería estar bien, pero no.

El martes me dediqué casi en exclusiva a intentar arreglar el desaguisado. Programé el equipo para que volviera al punto anterior a las actualizaciones. Busqué por varios medios cambiar lo fallido, intenté añadir una imagen de escritorio. Nada que hacer. 

El martes por la tarde, además de pagar el alquiler y quedar con una amiga y tomarnos una cerveza, estuve viendo ofertas en portátiles. 
El miércoles por la mañana fui a otra tienda a comparar precios.
Por la tarde volví a la tienda del martes.
Mi nuevo portátil es peor que el otro (que confío en recuperar), pero lo conseguí a buen precio. 
Es azul. No es un dato relevante, pero sí una curiosidad.

Y llevo dos días y medio instalándolo. Porque los portátiles ya no se instalan solos ni con un cd de instalación: hay que conectarse a internet sí o sí. E ir siguiendo/dando instrucciones. Aparte, tuve que cargar todo lo que había rescatado del otro: más de cienmil fotos, una copia del blog, documentos de oficina... Otras cosas no he podido rescatarlas. El programa office, por ejemplo. Y tampoco tengo instalada la impresora, porque el portátil nuevo no tiene compartimento de cd...y no sé cómo voy a instalarla (imagino que desde la página de la marca. Que es la misma que la del portátil).

Hoy he dedicado medio día a conseguir descargarme una equivalencia (sin coste, pero legal) del Office. Y un antivirus, más allá del propio que viene con el equipo.
También he estado limpiando parcialmente la cocina, fregando sartenes....
Todo muy divertido, vamos.

Esta semana ha sido rara. Y se me ha pasado volando.
El jueves fui a completar el trámite necesario para poder cobrar el paro. Otro trámite que intenté hacer el lunes y que no fue posible, porque resulta que seguía de vacaciones (el extraño cálculo de las vacaciones de la empresa en que he trabajado). Este mes no sé ni qué voy a cobrar (muy poco, aunque mi exempresa entre la semana trabajada, el preaviso y las vacaciones, prácticamente me ha pagado el mes completo), ni cuando... Un pequeño desastre.
El martes por la noche nos dieron prácticamente las doce hablando por teléfono. Cosas en general, mi salud, informática... Pero bien: hablar con él, escucharle hablar, me hace bien.

Tengo la casa manga por hombro. Y pocas ganas de hacer nada.

Sé que psicológicamente no estoy bien. Pero me recuperaré, como siempre. O conseguiré, al menos, que no se me note.
Estoy especializada en sobrevivir.

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