Dejo pasar los días.
Supongo que eso también debe ser 'descansar'. Y que mi cuerpo lo estará notando y lo aprovechará los próximos meses, cuando la situación sea otra. O sea, cuando vuelva a trabajar.
Llevo un mes en paro. Es el periodo más prolongado en que he estado sin trabajar en los últimos cuatro años y pico.
Bueno, no: me acabo de dar cuenta. El año pasado estuve de baja médica dos meses y algo. En que tampoco hice nada. En realidad, ni siquiera descansé en condiciones: los primeros quince días iba de la cama al sofá y sólo salía para comprar alguna cosa sana para comer. Porque aunque me negaba a admitirlo, estaba tremendamente cansada. No seguí al pie de la letra el 'reposo absoluto' que me habían recomendado como único tratamiento...pero la verdad es que el cuerpo tampoco me permitía hacer mucho más. Las siguientes tres semanas las pasé ingresada en el hospital. Donde no es que tuviera mucha actividad (casi todo el día en la cama, entre recostada leyendo o escuchando música tumbada sin hacer nada), pero la situación no era agradable. Y despertarme a las seis de la mañana para pincharme tampoco era muy relajante. Y el mes de julio tampoco hice gran cosa en casa, la verdad...
Por tanto, no es cierto que este mes haya sido mi primer periodo de descanso largo en cuatro años y algo. Aunque sí ha sido más largo que mis vacaciones laborales, que eran 3 semanas en agosto.
Da igual. Llevo un mes justo sin trabajar. Y creo que realmente aún no he asimilado la situación.
Lo bueno es que no echo de menos, en lo más mínimo, nada relacionado con ese trabajo. Ni a los compañeros. Ni a los clientes. Ni nada.
El trabajo en sí no me disgustaba y se me daba muy bien. Y tampoco estaba tan espantosamente mal pagado como suele ser habitual en este sector (aunque el sueldo no era para hacerse rica. Simplemente daba para pagar los gastos y hasta, algunos meses, poder ahorrar un poquito). Pero los últimos meses, sumados al último año, fueron tan pésimos que es imposible añorar nada cuando ya se está definitivamente lejos de todo aquello.
A quien si echo mucho de menos es a él.
No le veo desde hace un mes. No hablamos desde hace más de tres semanas.
Sé que está, o ha estado, enfermo. Y eso también me preocupa. Siempre me preocupó su salud.
Y también el año pasado me acostumbré a no verle ni escucharle. O eso creía, que me había acostumbrado.
Pero no: le echo mucho de menos.
Aún sabiendo que no le intereso en lo más mínimo, le echo de menos.
El año pasado, mientras estaba de baja..., sí, aunque hay cosas que no tengo claro si lo soñé o lo planifiqué, sé que esto fue real. Planifiqué irme a verle. Simplemente eso: acercarme a su lugar de trabajo y apostarme en algún sitio donde pudiera verle, sin que él me viera a mí.
Obviamente no lo hice.
Pero sé que llegué a planearlo y que el día planeado era el último viernes de mayo o tal vez el día 01 de junio. Por puro descarte: el siguiente viernes es cuando ingresé en el hospital. ¿Por qué un viernes? No lo sé, la verdad: tiene el mismo horario todos los días. ¿Por qué no lo hice? Porque realmente sí estaba agotada. Impensable un viaje en transporte público, con varios trasbordos, de más de hora y media.
Algo que en circunstancias normales me hubiese dado igual hacer sabiendo que iba a verle. Algo que realmente hacía cuando estaba de vacaciones o sin trabajar. Porque durante años le vi al menos una vez por semana. Y eso incluía mis periodos de desempleo o vacaciones. Me iba a encontrar con él, esperándole en la estación donde cogía el metro de regreso a su casa. Simplemente para acompañarle. Una hora con él. Y otra hora y media de regreso, sola.
Me compensaba.
Ahora eso ya no es posible. Hace mucho que no lo es. Tres años y medio desde que decidió cortar esa rutina.
Y, curiosamente, en este último mes no me he planteado de nuevo aquel plan casi absurdo: irle a ver siquiera desde lejos, sin que él me viese a mí.
Verle, simplemente eso.
No lo he vuelto a planificar (planes absurdos, castillitos de humo) pero le echo muchísimo de menos.
Sin trabajo. Sin ganas de hacer nada. Sin siquiera poder hablar con él.
Espero que todo esto (este vacío) me esté sirviendo para descansar. Al menos que sirva para algo, ya que conscientemente no lo estoy aprovechando.
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