martes, 14 de enero de 2020

Invierno y otras anormalidades.

Cansada.
Llevo todo el día con una agotadora sensación de cansancio. Sin haber hecho nada que lo justifique. Quizá sea eso: cansancio por no hacer nada.


El problema es que yo no puedo estar cansada. O, mejor dicho, que debería preocuparme si sigo sintiéndome cansada.
No sé.

Ayer me quedé dormida en el sofá a más de la una de la madrugada. Sabiendo que lo que debería hacer era trasladarme a la cama, creo que me dejé caer en el sueño.
Imagino que me habré despertado alguna vez a medianoche (como siempre) y que habré sido consciente de donde estaba. Pero..., también pienso que estaba ya cansada y decidí no moverme.
Curiosamente, la televisión no se apagó sola (no sé porqué razones algunas noches se apaga y otras no). Cuando he abierto los ojos había un informativo en la pantalla. El primero de la mañana. 
La he apagado con el mando a distancia.

He pasado por el baño antes de trasladarme a la cama.
Desde la puerta del baño he visto la hora reflejada en el techo desde el reloj-proyector: eran más de las seis y media de la mañana.
Sigo despertándome a esa hora. Sin tener necesidad, sigo despertándome antes de las siete, todos los días.

Por un instante he pensado que si estuviese trabajando...habría pasado del sofá a la cocina para irme preparando el café. Habría sido como no dormir...una sensación rara.

He dormido unas tres horas más.
Y no he hecho nada de provecho en todo el día. Limpiar algo, barrer a conciencia las alfombras, agrupar las plantas del dormitorio y rociarlas con agua del pulverizador. Seguramente alguna cosa más, pero no las recuerdo: rutinas. 

Tenía el proyecto de ir a Madrid para ver las tiendas en rebajas entresemana, con menos gente teóricamente. Tampoco necesito nada, pero..., por dar una vuelta, me excuso. El proyecto era irme a última hora de la mañana, a mediodía como muy tarde, para luego poder regresar antes de las nueve.
Cuando me he querido dar cuenta, eran más de las dos y media. Ya me había soltado y cepillado el pelo, me había refrescado la cara con agua fría y aplicado un poco de crema hidratante, dado un toque de rímel en las pestañas. No todo a la vez: espaciadamente a lo largo de la mañana. Hasta tenía puestas las deportivas. Pero eran casi las tres: he decidido comer algo...y luego ya me iría. Tras ver el informativo, además.

No he ido de rebajas. Al final he salido a hacer la compra semanal al hípermercado. Me he dicho a mí misma, camino de la estación: si pasa el tren dirección Madrid, a Madrid me voy. Si el primer tren es el que va hacia el centro del municipio donde vivo, me voy a hacer la compra (el centro comercial está a dos minutos de la estación).
Antes de llegar a la estación he visto pasar el tren que iba a Madrid. En la estación, el luminoso que avisa de los minutos que faltan para cada tren de cada una de las direcciones indicaba que faltaban dos minutos para el convoy que iría en dirección opuesta.
He acabado haciendo la compra semanal. Aprovechando 'el día del socio carrefur', que también ha supuesto el ahorro de, más o menos, el 10% del importe de lo que he comprado (lo dan en un vale para próximas compras). Al final he aprovechado la tarde. O algo así.
Pero estoy muy cansada.

Debería empezar a actualizar el currículum, responder alguna oferta, ir moviéndome para encontrar trabajo en suma.
Y simplemente estoy cansada y desganada.
Enero raro. Lo único normal fue el clima frío (gélido) de este lunes en que a las once de la mañana estábamos a -4ºC y hasta más de las 13:00h no hemos llegado a los 0ºC. 
Aunque el invierno en Madrid siempre haya caído en enero, ayer fue un día de invierno casi inusual, según todo el mundo. Como si hacer frío en pleno invierno fuese algo extraño.

Nos estamos acostumbrando mal. Y yo debo desacostumbrarme a esta ociosidad.
Y buscar algo que me haga no sentirme tan anormalmente cansada. Y, también, beber más agua.

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