domingo, 23 de febrero de 2020

Última semana de febrero. Y calor.

Semana muy complicada a la vista.

Analítica. Pruebas médicas (todo programado). No he tomado ni un solo lexatín: la caja sigue intacta. Pero me temo que dentro de una semana no seguirá en ese estado.


Probablemente, también, ésta sea mi última semana de este periodo de larguísimas vacaciones. El lunes de la próxima semana (no mañana, me refiero) ya debería estar trabajando.
Me han llamado de uno de los sitios que tenía pendientes de respuesta, tras las respectivas entrevistas. Si no me llaman del otro, no habrá nada más que decidir. Si me llaman...entraré en otro proceso, esta vez mental, de dudas.  Porque del que me han llamado es el que tiene el sueldo (inicialmente) más bajo de los dos y el que me pilla más lejos.  

No le voy a dar más vueltas: será lo que tenga que ser.
Me preocupa más el tema médico. Y tampoco quiero darle más vueltas.

Me despierto muy temprano, sin tener necesidad. Duermo mal. Un par de noches me he despertado en el sofá del salón cuando ya casi estaba amaneciendo. Y tras llevar horas en un duermevela raro, que es peor y más desconcertante: saber que te tienes que trasladar a la cama y no ser capaz de hacerlo...

Está haciendo más calor del normal en estas fechas. El invierno en Madrid siempre fue en febrero. Y hoy hemos alcanzado, y creo que sobrepasado, los 20ºC.
Y...
Y hay más cosas. Pero son más de las doce de la noche y estoy nerviosa y tengo sueño...

La infusión relajante y somnífera me espera en la cocina. 
Mañana será otro día. Último lunes de febrero.
Intentaré escribir otro poquito. Lo intentaré.

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