domingo, 5 de abril de 2020

Reclusión, teletrabajo, aire de pesadilla.

Empieza la tercera semana de reclusión domiciliaria y teletrabajo.

En lo referente a lo primero, tenemos por delante tres semanas, como mínimo, en la misma situación. Y recalco lo de 'como mínimo' porque supongo que se prorrogará otra semana más. Al menos, hasta mediados de la primera semana de mayo. O sea, un mes completo a contar desde hoy.
En lo relativo al teletrabajo, la empresa en que empecé a trabajar hace un mes está a punto de entrar en un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo). O sea, a despedirnos con compromiso de recontratación cuando las cosas vuelvan a la normalidad. Que no será antes de un mes. Y que implica una  considerable pérdida de ingresos. Aunque no sería lo peor, porque lo peor sería un despido (en mi caso, les basta un simple 'no supera el periodo de prueba').
No quiero pensar en ello. Lo que tenga que ser, será.

Llevo muy mal el hecho de estar encerrada.
Llevo muy mal el teletrabajo: al final paso casi nueve horas (y sin el casi, porque suelo sobrepasarlas) sentada frente al portátil de empresa, intentando ser productiva...y sin conseguirlo. Y con la sensación añadida de angustia que esto me produce. 
Acabo agotada. Más cansada, mucho más, que si trabajase esas horas más las tres y pico diarias de transporte para ir y volver.

Todo esto tiene un aire de pesadilla que hace que me cueste dormir por las noches. Sueño cosas raras, densas.
No descanso.
No sé qué va a ser de mí estas próximas tres, probablemente cuatro semanas de encierro.

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