Se acaba mayo. Otro mes vacío. Otro mes que este año extraño e inesperado me ha quitado sin darme nada a cambio.
Las medidas de confinamiento se van suavizando. Aunque hay fijadas unas horas y unos horarios para poder salir a la calle, la verdad es que éstos son bastante flexibles: prácticamente se puede salir a cualquier hora del día, sin mucha más excusa que ir a comprar. El problema es que ya me he acostumbrado a estar en casa y puedo pasar días sin salir. Y sin ganas de hacerlo. Si necesito algo voy a comprarlo a cualquier tienda cerca de casa. Sólo salgo a comprar 'en serio' una vez por semana y en ese caso si elijo cualquier hipermercado más distanciado de casa. Pero la verdad es que podría esperar hasta quedarme sin provisiones y tampoco pasaría nada. No tengo esa necesidad casi física de salir a la calle que siempre he tenido.
No hago prácticamente nada en todo el día. Intendencia doméstica: limpiar, ordenar alguna cosa, poner una lavadora a la semana y planchar si viene al caso que alguna de las prendas lavadas necesita plancha. Poco más. No me concentro para leer, por ejemplo. No pongo música: si la radio está encendida es con la programación que toque en esa emisora. Dejo pasar los días, sin más pretensión que ésa: dejar que el tiempo pasa, imagino que esperando que al final todo vuelva a su lugar.
No sé cuando podré volver al trabajo. Sí que esa 'vuelta al trabajo' será algo paulatino (primero, volver a estar dada de alta en la empresa durante el 30% de la jornada, aunque eso en la práctica conlleve trabajar jornada completa; luego pasar al 50%...aunque siga trabajando todo el día; finalmente volver a jornada completa, ya a principios de agosto...) y que pasará tiempo antes de volver al trabajo presencial en la oficina. Porque empezaremos por el 'teletrabajo' y éste podrá demorarse durante semanas...y hasta meses...
Y esa idea no me gusta. No es lo que quiero para mi vida.
Pero sé que no es algo opcional. Es lo que habrá los próximos meses, en el mejor de los casos.
Igual también por esta evidencia de lo que será el futuro es por lo que me paso las horas casi vegetando. Como si algo en mí me pidiese descansar para estar preparada ante lo que serán los próximos meses: actividad para intentar recuperar la economía, pero sin que ello suponga una retribución acorde al trabajo realizado. Y también estar preparada para el aislamiento que supone el teletrabajo: todo el día en casa, sin otro contacto que el telefónico...
No me gusta esa perspectiva. Pero soy consciente de que ése va a ser el futuro post-confinamiento obligado. Más confinamiento.
Y por lo demás...
Me siento cansada. También físicamente.
Y sola. Muy sola. Y cada día tengo más claro su falta de interés en mí. Su indisimulable falta de interés...
No me gusta ese futuro que me espera. No quería ese futuro para mi vida.
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