martes, 4 de agosto de 2020

Insomnio y teletrabajo.

Lo bueno del teletrabajo es que si tienes insomnio resulta menos preocupante la idea de quedarse dormida al amanecer y llegar tarde al trabajo.

Esta idea se me ocurrió la noche pasada, cuando me desperté cerca de las tres de la mañana, sudando, en el sofá, me trasladé a la cama...y me desvelé. Y pasé tres horas, quizá más, dando vueltas en la cama entre breves periodos de sueño lleno de imágenes raras.

Pensé en levantarme, ir a por el portátil y escribir un rato. Luego sólo bastaba dejarlo a los pies de la cama. O incluso bajo ésta: a veces me olvido que la razón por la que el portátil tiene ese nombre es, precisamente, porque se puede trasladar de un lugar a otro. 
Pero casi me daba miedo desvelarme del todo. Así que intentaba quedarme quieta, cerrar los ojos y llamar al sueño.
Hasta me resistí a levantarme a por un vaso de agua...aunque me estaba deshidratando. Pero sí: recordé que tenía un vaso vacío sobre la cómoda y fui al baño a beber y regresé con él medio lleno a la cama, dejándolo en la mesilla. 

Calor. Y más calor. Y más vueltas en la cama.

Y recordar de pronto que me había quedado dormida en el sofá sin quitarme el rimmel. Y que llevaba puesta una pulsera de bolas gorditas, de plata. Y el pelo recogido en una coleta alta (suelo dormir con trenzas). 
Me había quedado dormida en el sofá por puro agotamiento, tras un día raro en que creo que tuve algo de fiebre (no llegó a los 37ºC, me puse dos veces el termómetro), en que llegué a tomarme un paracetamol (hacía semanas del último), en que me acompañó una sensación de nauseas desde primera hora de la mañana y me hizo tomarme un té de jengibre a media tarde. A poco antes de las tres, cuando me desperté, estaba sudando a chorros (esta mañana lavé funda y cojines del sofá. Aunque como bebo tanta agua ni siquiera el sudor tiene olor alguno. Pero..., lo bueno del calor sofocante es lo rápido que se seca cualquier tejido y, total, la lavadora tarda menos de una hora en hacer un lavado completo). Y en la cama, además del calor, me seguía doliendo el estómago, la pierna izquierda...

Y en algún momento pensé que lo bueno de teletrabajar es que daba igual si me quedaba dormida y no me levantaba a las nueve (que es mi hora habitual cuando trabajo en casa, para empezar a hacerlo en torno a las diez y media, tras ducharme, vestirme, peinarme, salir un rato a la terraza, desayunar...). 

Espero dormir un poco mejor esta noche. Mañana sí quiero acercarme por la oficina. 

Y, aunque esta semana siga pudiendo tener un horario un tanto libre y dé igual si me quedo dormida y no aparezco por allí hasta mediamañana, prefiero tener la sensación de que al menos soy capaz de controlar algo en mi vida.
Siquiera cosas así de simples: saber que me despertaré y levantaré a la hora que yo haya decidido.

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