Hace dos años y medio (justos, de eso me acabo de dar cuenta) tuve una tarde extraña. Sí, la definición justa es esa: tuve (que no viví) una tarde extraña (que no rara). Porque momentos raros he vivido muchos en mi vida, como nos ha pasado a todos. Aquella tarde fue extraña.
Apenas recuerdo cosas sueltas de ella. Y eso es lo peculiar: que esa misma noche solo recordase retazos. Que dos años y medio más tarde...siga recordando los mismos retazos, cuando tantos días en medio han pasado sin pena ni gloria.
Era viernes. Trabajé hasta mediodía, primera hora de la tarde (hasta las cuatro, para ser exactos). Sé que cogí un bus hasta Plaza Castilla. Sé que fui a fotografiar meninas (estaba la primera exposición callejera de meninas, que ya vamos por la tercera). Tengo esas fotos. Sé que estuve por el Barrio del Pilar porque tengo recuerdos sueltos de imágenes de ese barrio. Creo que estuve en el Centro Comercial La Vaguada (y lo creo porque tengo el recuerdo de una cierta obsesión en plan 'tengo que hacer compra' e imagino que estaría en el supermercado de ese centro comercial.
Hay recuerdos sueltos, imágenes. Me recuerdo en el tren de cercanías volviendo hacia Atocha mientras comía chucherías sobre las ocho, nueve de la tarde y sin haber comido nada desde el desayuno. No soy capaz de recordar cuando y donde cogí ese tren, que no pasa por ese barrio. No sé porqué terminé allí. Alguna vez hasta he pensado que quizá intenté ir a verle...aun siendo consciente (pero esa tarde creo que no lo era, de nada) de que no le iba a ver ni esperándole en la puerta del trabajo...sitio al que tampoco iba a ir nunca. Recuerdo haber estado esperando un autobús, recuerdo retazos de redes sociales en el móvil y los mezclo con conversaciones escuchadas...
Y recuerdo haber estado enferma toda la noche y al día siguiente. Ataques de ansiedad y más cosas.
Y recuerdo ese día, esa tarde...porque lo tomo como el punto de partida de unos meses en que toqué fondo. O techo. Tampoco lo sé.
La tarde que marco como punto de partida a un estado donde casi termino muriéndome (no es una frase hecha). Marco como comienzo esa tarde, pero sé que llevaba semanas, supongo que meses, en progresivo deterioro. Pero aquella especie de borrachera sin alcohol, de horas llenas de lagunas, que fue esa tarde...
¿Por qué recuerdo o rememoro eso hoy (sé que ya lo he mencionado otras veces)?
Porque hoy he estado muy al borde de algo así. De hecho, ni siquiera estoy segura de que no haya sido algo idéntico (aunque sí controlo completamente qué he hecho: he estado en la oficina hasta las seis y algo de la tarde y he vuelto a casa por el camino habitual, sistemáticamente).
Desayuné café y una galleta integral a las ocho de la mañana. Me tomé otro café en la oficina sobre las diez y media, once. No he comido a mediodía. Sí me comí una magdalena (que supongo eché en el bolso como tentempié de mediamañana...que luego no suelo tomarme) a las cuatro o cuatro y media de la tarde. No sé si tenía hambre o sed. Igual sí, porque además el cambio de horario de ayer me hace tener eso, los horarios y las necesidades cambiadas...
A las siete de la tarde, ya volviendo a casa y mientras dejaba un bus para coger otro, he estado mordisqueando el sandwich que no me comí a mediodía. Al final he ido arrojando el pan a los alcorques, comida para pajaritos. La hamburguesa de pollo ha acabado, casi toda y envuelta en papel de aluminio, en una papelera de la calle Alfonso XII.
Creo que en esos momentos es cuando he tomado conciencia de que me estaba descompensando. Físicamente. Sensación de taquicardia. Solo la sensación.
Camino a casa he entrado en un supermercado a comprar zumo. Algo instintivo: si soy incapaz de comer, al menos tendré zumo para añadir vitaminas a la auto-obligada hidratación... Y también por instinto he decidido comer un plátano nada más llegar a casa: potasio. Una de mis inexplicables carencias en aquellos días, hospitalización incluida, fue el potasio. Yo, que tomo tanta verdura.
También por instinto he comprado brócoli.
Acabo de entender que el cuerpo me estaba recordando lo del potasio, sí.
Ahora estoy mejor. Puré de verduras, agua, yogur desnatado. Alguna chuchería (azúcar).
Menos sensación de taquicardia y angustia.
Ya veré mañana. Al menos hoy he sido capaz de reconocer los síntomas, las señales. El cuerpo es sabio, solo hay que saber escucharlo.
He sido capaz de escuchar al mío: ahora solo queda que sea capaz de hacerle caso.
lunes, 26 de octubre de 2020
Al borde. De nuevo.
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