sábado, 22 de octubre de 2022

Todo es raro.

 Todo es raro.
Y yo no estoy bien. 
Tampoco puedo decir que estoy mal, enumerando síntomas. O al menos no son síntomas nuevos. No sé. Por eso mi primera frase es que 'todo es raro'. Porque miro a mi alrededor y todo parece normal, si. Pero si miro hacia atrás...las cosas no tienen sentido. Mi realidad no lo tiene, al menos. 

Busco trabajo. De forma organizada, quizá por primera vez en mi vida. O por segunda. O sea, no enviando currículum de manera casi compulsiva, contestando a cualquier oferta que medianamente se ajuste a lo que sé hacer. Aunque..., no sé, ¿en realidad en alguna ocasión busqué trabajo respondiendo compulsivamente anuncios? Tampoco estoy segura de si responder sí o responder no será verdad. 
Busco trabajo desde hace algo más de un mes. Poco más de un mes. Habré enviado respuesta a media docena de anuncios, o alguno más. En cuatro estoy en proceso de preselección: dos, como contestación a mi respuesta, otro con la indicación de que 'mi candidatura sigue en el proceso' (pero sin que nadie se haya puesto en contacto conmigo), en el cuatro caso localizaron mi CV en la base de datos de un portal de empleo y se diría que la reclutadora (de una empresa de selección, ajena a la empresa contratante) tiene algún tipo de interés en que me contraten. Vamos, que le interesa más que a mí, que casi decliné el ofrecimiento en la primera llamada...

En otras dos ofertas me han desestimado sin más. Y al menos en otro par, que recuerde, mi CV ha sido recibido...sin más.

Busco trabajo y empieza a ponerme muy nerviosa que no esté ya seleccionada para empezar cuanto antes. Falta de costumbre, sin duda. Y que, a lo tonto, casi llevo cuatro meses desempleada, lo que significa haber consumido algo más de tres meses de subsidio de desempleo, del total de ocho que generé en mi último empleo.

Me siento rara. 
Miro hacia atrás y no sé cómo ni porqué he llegado a esta situación laboral. Yo, que venía de una profesión sin paro. O, mejor dicho, que pertenecía a casi una élite dentro de una profesión con poco paro para quien quisiera de veras trabajar. Yo, que mis dos últimos trabajos han sido en empresas de ésas que parecen sólidas, de ésas en que si uno se implica puede ir encadenando años hasta llegar a jubilarse...
Dio igual mi implicación, evidentemente. Es más: no vale la pena implicarse. Se saca más no haciéndolo. Pero no, no escarmiento...

No me siento bien.
Curiosamente, se diría que mi cuerpo, o mi mente, están plenamente mentalizados para el momento en que encuentre un trabajo. A las siete de la mañana ya estoy despierta. Hace años que no tenía la posibilidad, el lujo, de quedarme remoloneando en la cama hasta la hora en que me diese la gana..., pero a las nueve ya estoy levantada. 
Algunos días, antes de las nueve ya estoy levantada: me levanto al baño y ni siquiera llego a entrar. Voy al salón y me siento en el brazo del sofá mirando hacia la calle. Sin más.
Y pongo la radio sobre las diez. Y enciendo el portátil, que algunas noches no llego a apagar. Y me dan las once, once y media, y aún no he desayunado. 

No hago nada de provecho. O siento que no lo hago. Y el 'pepito grillo' que tengo en algún rincón del cerebro me susurra y recrimina que tengo muchas, muchas cosas que hacer, mucha casa que recoger y ordenar, y que probablemente no voy a volver, en meses como mínimo, a tener tanto tiempo libre para poderme dedicar a eso. Pero pasan las horas, los días, las semanas...y no hago nada. O casi nada. 

Espero que esta semana me respondan de alguno de las dos empresas donde tengo más adelantado el proceso de selección (una tercera ya me ha dicho que no, por whatsapp. Sin sorpresas, por otra parte). Si no es así, sé que me voy a poner muy, muy nerviosa. Y que sí voy a empezar a enviar currículum de forma casi compulsiva. Y terminaré aceptando cualquier cosa, con tal de empezar a trabajar...

Todo es raro y no estoy bien. 
Y no solo laboralmente, y no solo de ánimos. 
Pero hay demasiadas cosas que no están donde deberían, donde desearía que estuviese. 
Y la sensación de llevar toda la vida perdiendo el tiempo, de no haber hecho nada a derechas. Y de que, al igual que en este octubre cada día anoche antes, cada día que pasa me queda menos tiempo por delante. Para todo. 
Lo que se va no vuelve. Y lo que no pasó cuando tocaba ya nunca pasará
.

No hay comentarios: