Diría que paso días sin ganas ni fuerzas para levantarme de la cama, pero estaría mintiendo. Porque sí me levanto, claro. Y me preparo el desayuno. E intento todos los días salir un rato a la calle con la excusa de comprar algún alimento. Y me preparo la comida y/o la cena. Y estiro las sábanas de la cama en algún momento del día.
Por tanto, no puedo decir eso de 'dejo pasar los días sin ganas de levantarme de la cama'.
Pero...
Creo que hasta hace unos días no me he dado cuenta de que, en realidad, mi actividad diaria viene a ser la de alguien que pasaría los días sin ganas de levantarse de la cama'.
Hace cuatro años y medio pasé por una baja médica (diría de 'larga duración' porque fueron dos meses y algo y yo jamás había estado de baja. Pero entiendo que de larga duración no tuvo nada) que incluía la recomendación de 'reposo absoluto'. Ese tipo de reposo que requiere que alguien haga las cosas por ti, que te levantes exclusivamente para temas de aseo personal y poco más. Bien. Yo hasta fui varias veces a Madrid a comprar algunas cosas (que ni siquiera eran imprescindibles). Se me caía la casa encima y creo que salí a diario: a comprar zumo, pan, fruta. A tirar la basura. A las revisiones médicas, claro, que implican trasladarme a otra localidad con transbordos en transporte público incluidos. Estaba absolutamente agotada (me costaba un mundo cualquier esfuerzo. Recuerdo un viaje de veinte minutos en tren, una compra dentro de la estación de llegada, veinte minutos de regreso...que me pasó por encima como un viaje de horas) pero no podía dejar de moverme.
Hace dos años y medio estuve confinada. Como todo el mundo. Bien. Creo que salí a diario, siquiera para bajar la basura. Subía las escaleras andando para hacer algo de ejercicio. Una vez por semana me organizaba para ir a hacer la compra al otro extremo del municipio. Se me caía la casa encima. Estuve en un ERTE total durante dos meses...y creo que me ha quedado tal trauma que no soporto el teletrabajo. Recuerdo esos tres meses sin ir a Madrid capital como algo casi eterno...
Salí de los dos periodos con la sensación, no obstante, de no haber sido capaz de aprovechar el tiempo. En el primer caso, fueron dos meses y medio, de los cuales pasé tres semanas ingresada en un hospital. En el segundo, tres meses de confinamiento (como todo el país). En ninguno de los dos periodos me recuerdo inactiva, pero sí, al mirar atrás, pienso que perdí ese tiempo...
Llevo cuatro meses y medio desempleada.
No he hecho absolutamente nada en este tiempo. Nada.
Mi actividad cada vez es más la de alguien a quien le cuesta levantarse de la cama.
Porque claro que me levanto, pero paso horas sentada en el sofá sin hacer nada. Trasteando por rrss. O mirando hacia la terraza. Porque hay días que ni salgo a ver las plantas, a ver la calle desde arriba.
Me leí varios libros. Desde hace días ya ni leo.
Ni escribo por aquí, como puede comprobarse.
En este tiempo sí me he comprado algunas prendas de ropa. Ahí están, sin estrenar. Porque paso los días con unas mallas negras, unos pantalones tipo chándal granates, dos sudaderas. Lavo las bragas a mano, meto en la lavadora los calcetines (que me cambio cada dos o tres días: total, no voy a ningún sitio).
Es como si la ropa, cambiarme y arreglarme, solo tuviese sentido al ir a trabajar. Como si lo que he comprado fuese con esas miras: para cuanto tenga trabajo. Y ahí están un par de pantalones, una camisa azul de rayitas blancas, una blusa de gasa floreada. Y otras prendas de años atrás que lavé, planché y que en algún caso cuelga del picaporte de la puerta del salón: una camisa blanca de lino, un blusón de viscosa con apliques de encaje. Ni me he puesto ni me apetece ponerme, ¿para qué, para sentarme en el sofá a mirar la pantalla del portátil mientras la tele está de fondo? ¿para jugar a 'explotar burbujas' en el móvil?
También he comprado tres pintalabios, dos tipo gloss, otro en barra. Tonos naturales, porque siempre fui de rojos radicales.
Simplemente los estrené para probarlos. ¿Para qué me voy a maquillar? ¿para bajar la basura?
Diría que no tengo ni ganas ni fuerzas para levantarme de la cama si no pasase las horas sentada en el sofá. Si no acabase tumbada en el sofá por la noche, mirando la tele sin que me importe qué estoy viendo, quedándome dormida y trasladándome a la cama de madrugada...
Y pasan los días. Y cada día anochece antes y amanece más tarde.
Y espero que, en un futuro, mire hacia esta época de mi vida y me enfade al comprobar que no aproveché este tiempo de desempleo. Pero a fecha de hoy, último tercio del penúltimo mes del año, no soy capaz de ver ese futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario