viernes, 7 de julio de 2023

No fui yo, pero podría haber sido.

 Hace unas semanas se publicó la noticia de que en un callcenter había fallecido una trabajadora en su puesto de trabajo y que sus compañeros siguieron trabajando como si no pasara nada hasta que se llevaron el cadáver. Más de dos horas. 

No pasó en la empresa donde trabajo (o, mejor dicho, que me tiene en plantilla) pero perfectamente podría ocurrido allí. Es lo primero que me pasó por la cabeza. Alguien que muere en su cubículo (los callcenters convencionales tienen eso, cubículos donde están sus empleados. Rodeados de mamparas que les impiden ver qué pasa en la mesa de su derecha, su izquierda o la está al otro lado, en una fila idéntica, teniendo la pantalla del ordenador y el teclado (o un portátil, algo más habitual tras la llegada del obligatorio teletrabajo en tiempos de pandemia). Mamparas que en la mayoría de los casos son de algún material textil, tipo moqueta (imagino que también sirven como aislante acústico). Teleoperadores con su casco-telefónico todo el día, sin apenas poder moverse, sin levantarse de la silla (presuntamente ergonómica, realmente incomodísima) durante horas. 

Según la noticia, la fallecida era mujer, más de cincuenta años. No se facilitaron más datos. Murió de un infarto sin que nadie pudiese auxiliarla (como he indicado, en estos sitios los trabajadores están rodeados de semejantes, pero apenas si se dan cuenta de nada porque todo el día deben estar mirando al frente, a la pantalla de su equipo informático, pendientes de las llamadas que reciben o emiten, codificando correctamente, recitando como papagayos 'argumentarios', 'condiciones contractuales', 'textos legales'...) y no sé cuanto tardarían esos compañeros en darse cuenta (imagino que más bien se daría cuenta la persona responsable del grupo, también llamado 'coordinador de campaña' cuando se percatase que la 'empleada tal posición' llevaba dos minutos sin contestar llamadas, sin codificar correctamente, estando sin hacer nada pero sin marcar correctamente el motivo de su pausa. Se daría cuenta que estaba muerta cuando fuese a amonestarla, claro, quizá tras darle dos voces y no recibir respuesta ni reacción.

¿Qué pasó luego? Lo ignoro, pero lo imagino.

Se filtró que las autoridades pertinentes (los sanitarios que fueron avisados y que procederían a realizar el protocolo de reanimación, el médico que certificase que la persona estaba sin vida, el juez que tuvo que decretar que esa persona había fallecido y autorizar al levantamiento del cadáver, los empleados de la funeraria que procedieron a llevárselo..) tardaron unas dos horas y media en completar el proceso. Y que, durante todo ese tiempo, el resto de los empleados del callcenter siguieron con su quehacer como si nada hubiese ocurrido. Sentados en su silla incómoda, mirando la pantalla del ordenador, hablando a través de los cascos-diadema, codificando correctamente. Sin parar un instante. O parando cuando su planning personal lo tuviese previsto: cinco minutos por hora como pausa visual que se suelen aprovechar para ir al aseo, veinte minutos para comer...

La noticia, difundida a través de rrss, culpaba a la empresa de haber obligado a sus trabajadores a seguir allí, compartiendo espacio físico con el cadáver de una compañera. 
La empresa, según leí luego en algún sitio, dijo que no, que ellos (como empresa) no obligaron a nadie a seguir trabajando. Como siempre, echando balones fuera.

Y yo, cuando me llegó la noticia...lo único que pensé es que no había pasado en la empresa que me tiene en nómina, pero que perfectamente podría haber pasado. Que esa mujer podría haber sido yo misma o cualquier compañera, y que probablemente todo se habría desarrollado de igual modo. Con la responsable del callcenter diciendo que no había motivos para que nadie dejase de trabajar, con los coordinadores gritando que había que llegar a objetivos, pasando avisos por chat privado a quienes estaban cerca del cadáver para recordarles sus obligaciones, notificándoles los resultados del día (vas muy flojo, tú verás), con compañeros tan abducidos por la política de la empresa o tan asustados y estresados a esas alturas que ni se plantearían la posibilidad de plantarse y decir que no, que ni pensaban seguir trabajando en una sala donde había una persona fallecida...ni lo iban a hacer por respeto a esa persona.
En estas empresas, a medio plazo su plantilla está compuesta por un importante porcentaje de trabajadores zombis.

Curiosamente, me creo el comunicado de aquella empresa: ellos no obligaron a nadie. Porque, con toda seguridad, oficialmente ni lo hicieron ni se plantearían jamás hacerlo. 

Incluso me creo que gran parte de los empleados, compañeros circunstanciales de la fallecida, decidieran motu proprio seguir trabajando, intentando alcanzar sus objetivos diarios. Metidos completamente dentro de su cubículo, que cuando se trabaja equis tiempo en este tipo de empresas no se limita a los paneles enmoquetados sino que se convierte en algo mental. Siguiente llamada. Objetivos. Tiempo de conversación. No pasarse más de treinta segundos de lo marcado en los descansos medidos. Competir con los compañeros. Asentir cuando los responsables hablan de 'trabajo en equipo' pero entender que eso no significa pararse dos minutos si el compañero de la derecha te pide ayuda porque lleva allí dos días y aún no controla el programa informático, echar una mano al de la izquierda porque se ha quedado mentalmente en blanco en plena llamada. No, ayudar o pedir ayuda a los que trabajan a tu lado, en lo mismo que tú, en un cubículo idéntico no tiene que ver con el concepto 'trabajo en equipo' que se indicaba en el anuncio de empleo por el que supiste de esa vacante, con el que se repite en reuniones cuando no se llega a objetivos, con el que se menciona a veces para recibir tal premio 'si todo el equipo alcanza sus objetivos'. 
El trabajo en equipo en este tipo de empresas no implica pararse a auxiliar a una compañera que está sufriendo un infarto. Por ejemplo.

Trabajo en una empresa con esos valores. Llevo en ella desde mediados-finales de enero y he visto suficientes cosas como para tener claro eso: que aunque no fuese allí donde una mujer a falta de no demasiados años para jubilarse hubiese fallecido de un infarto, sin el menor auxilio, y cuyos compañeros estuvieron trabajando dos horas y pico a su lado como si nada ocurriera...perfectamente la historia encaja con la empresa en que trabajo.

Llevo de baja médica desde mediados de junio. La referida noticia ocurrió después (o yo la supe estando ya de baja).

Estoy de baja por estrés, porque la angustia ya no me permitía dormir, ni descansar, ni hacer otra cosa por mí misma que ducharme y cambiarme de ropa por simple higiene. Porque los ataques de ansiedad me dejaban sin respiración. Porque sufrí dos, quizá tres, ataques de pánico en los últimos días. 
Porque mis analíticas dijeron que no tengo nada físico importante (más allá de una ligera carencia de hierro, corregible a base de una pastillita diaria de ácido fólico, y otra ligera carencia de vitamina D, corregible también a base de un comprimido semanal). Pero yo ya no podía más. 
Y, ya de baja, leí esa noticia.

Y tuve perfectamente claro que eso me podía haber pasado a mí. Y que la historia habría ocurrido exactamente como contaba esa noticia.

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