jueves, 27 de julio de 2023

Veintisiete de julio. Sin esperar milagros.

 Días raros.

Hace muchísimo calor. Bueno, como todos los meses de julio en Madrid, por otra parte: no es ninguna novedad. 

Llevo unos días muy movidos. De ésos en que tampoco sé si he hecho o no algo de auténtico provecho, pero en los que no he parado. O sí, porque también me paso largos ratos sentada en el sofá sin hacer absolutamente nada. Si hago caso al 'medidor de pasos' de mi móvil esta semana he caminado muchísimo: siete kilómetros el domingo, ocho el lunes, siete el martes... Ayer sólo tres. Y hoy no debe registrar ni un solo paso porque no he salido de casa y solo identifica los pasos en que lleve el móvil encima, lógicamente. 

Antes de las siete de la mañana ya estoy despierta. Intento quedarme en la cama hasta más de las ocho y media, no levantándome a poder ser ni para ir al baño. Así que por las noches a la una y pico me suelo quedar dormida en el sofá. En definitiva: tengo los mismos horarios que cuando estoy trabajando. 

Esta mañana he hecho un ensayo de 'pedir hora para renovar el cobro del paro'. O sea, sobre las nueve de la mañana he hecho varias llamadas al teléfono donde se supone que te asignan (mediante sistema automático) las citas. Como me las ofrecían para los días uno y dos de agosto (y no estoy segura de si el dos sigo oficialmente de vacaciones o si no), no he seguido con el proceso de aceptación. He echado cuentas y, si son quince días hábiles para poder solicitarlo desde que se terminan las vacaciones, tendría más o menos hasta el día veinte de agosto. No obstante, mi idea es conseguir cita para antes del día diez.

Descarto el día ocho porque tengo 'el acto de conciliación' con la empresa que me ha despedido sin indemnización. Que por otra parte me hizo llegar un correo con la propuesta de llegar a un acuerdo privado 'porque les viene mal acudir al acto de conciliación en agosto'. Como no me ofrecían nada que no me correspondiera legalmente, les he respondido que 'mejor hacemos la conciliación en el SMAC'. El SMAC es el Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación', dependiente del Ministerio de Justicia. A ellos les irá mal tener que quedarse (quien sea) para acudir a la conciliación, pero a mí también me iba mal que me despidieran estando de baja y lo han hecho.

Ya veremos en qué termina esto. Si no comparecen, presento demanda y ahí ya sí que reclamo que mi despido sea nulo. Y que sea lo que tenga que ser y tarden lo que tengan que tardar.

Antes de esas fechas (solicitar el paro, ir a la conciliación) tengo que ir a que mi doctora me dé el alta. Porque también es el día ocho cuando tenía la cita para renovar baja/solicitar alta. Y, obviamente, no puedo estar en dos sitios a la vez. Aparte que igual es más complejo lo de solicitar el paro estando de baja médica, no sé bien cómo van esas cosas y tampoco voy a complicarme la vida. Pensé ir el pasado martes (tenía una entrevista de trabajo en el centro a primera hora de la mañana, podía haber pasado directamente y sin necesidad de cita una vez terminada la entrevista) pero como tampoco es algo que corra una prisa excesiva...pues eso, que lo dejé estar. Probablemente sí vaya el martes de esta semana, para que me vayan cuadrando las piezas de este puzzle raro en que se ha convertido mi verano.

Hoy estoy especialmente cansada. He llegado a tumbarme en el sofá tras comer (comer algo y mal, por cierto) y creo que he llegado a quedarme medio dormida algún minuto. La verdad es que tengo más o menos asumido lo de vivir en estado de perpetuo cansancio. Procuro beber mucha agua y me tomo cada mañana mi pastillita de ácido fólico y mi otra pastillita de biotina. La primera, recetada por mi doctora; la segunda, por mi cuenta. Y los sábados añado una cápsula de vitamina D, también recetada y que no sé si me sienta bien, la verdad...

Se supone que mi cansancio también era imputable a esas carencias vitamínicas, pero veo que no noto mejoría. Por tanto, me reafirmo en la idea de que principalmente es algo psicológico. Ese algo que no me atrevo a llamar 'depresión' pero cuyos síntomas se asemejan mucho.

La entrevista del martes, bien. En realidad, creo que si no hubiese puesto condiciones al respecto empezaría a trabajar esta próxima semana. Pero..., lo dicho: prefiero tener todas las piezas ordenadas o al menos controladas. Así que indiqué, con absoluta franqueza, que aunque mi disponibilidad de incorporación era objetivamente inmediata (porque no estoy trabajando) preferiría hacerlo a finales de agosto. ¿Razones? Que en agosto es complicado contactar con gente si se trata de un empleo de tipo comercial. Y que, egoístamente, necesito unos días de descanso.
Obviamente no he comentado, ni pienso hacerlo, que llevo 'descansando' desde mediados de junio. 

Egoístamente..., bueno, ni eso, más bien por puro sentido común, lo mejor sería haber dicho que sí y reengancharme ya al trabajo. Seguiría acumulando cotización (porque en cuanto empiece a cobrar el paro, nos olvidamos de esos seis meses cotizados que llevo este año), el sueldo que iba a cobrar era más elevado que lo que me corresponde de subsidio (una auténtica miseria), pero... No sé. Estoy cansada. Sigo cansada y eso me impide no sé si razonar, pero sí aplicar correctamente lo que razono como más conveniente.

Y, en otro orden de cosas...

Le echo mucho de menos. Hablé con él el pasado domingo (me llamó. Había quedado en hacerlo el lunes de la semana pasada, luego el viernes... Ya, ya sé: aplazamientos sucesivos de todo tipo). Me gusta saber que su mejoría post-quirúrgica es progresiva. Me apena saber que no está todo lo bien que querría y debería. Me alegra escucharle. Me duele no saber cuando le veré.
Y..., y me hace mucho daño la certeza de que no, de que ya no habrá futuro con él. 

Igual también este cansancio, esta incapacidad de hacer planes o de organizar mi vida tiene mucho que ver con eso. Saber que el resto de mi vida será algo ajeno a él.

Mi vida, la de alguien que para él siempre fue la de una persona ajena y con quien nunca pensó compartir un solo segundo de una vida futura en común.

Veintisiete de julio. Calor sofocante en Madrid.
Seguro que se ha licuado la sangre de San Pantaleón. Pero este año no soy capaz de esperar otros milagros suyos.



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