domingo, 12 de mayo de 2024

Este vacío inmenso.

 Necesito saber cómo está. Lo necesito como algo físico, como necesito ducharme o limarme una uña cuando la noto astillada. Cosas sin las que claro que se puede sobrevivir, pero…

Necesito saber que está bien. Supongo que catorce años cerca de él pesan. Catorce años queriendo lo mejor para él. Haciendo castillitos de humo, pero priorizando siempre, siempre, sus deseos, sus planes, sus necesidades.
Necesito saber cómo está. Y ya me conformo con hablar…o casi con escucharle, un rato al mes. Porque eso es lo que tengo. Conformarme con que me llame cada dos, tres…, cinco semanas.
Pero…la sensación de vacío que me queda tras hablar con él…duele.
Duele mucho. Más que el que ni siquiera me pregunte cómo estoy (a eso ya me acostumbré. Hasta el punto de responderle con cualquier evasiva cortés cuando, también por simple cortesía, me lo pregunta. Ya me acostumbré a que si intentaba contarle algo, cambiase de tema si ese algo no tenía que ver directamente con él. Me acostumbré a no importarle). Duele que la distancia ya sea insalvable en todos los sentidos, también en el físico, el real. Duele que ya no existan planes, que los 'aplazamientos sucesivos' ya no sean ni serán. Duele admitir la forma radical en que me sacó de su vida, sin explicaciones, sin contarme la verdad.
Le escucho hablar y sé que ya no hay nada. Que ni hay ni habrá.
Que en vez de planificar un presente conmigo, se fue a vivir lejos. Muy lejos. Cuando podía haberse quedado. Cuando yo podría haber buscado las fórmulas para que se quedase, hacerle un hueco en mi casa (ya ni siquiera pienso en que también fuese en mi cama si él no lo quería. Porque hacía mucho que tampoco quería eso. Hacía mucho que cuando se despertaba a mi lado se iba a fumar al salón, por ejemplo, y ya no volvía a la cama donde yo le esperaba desnuda. No podía dejármelo más claro, por mucho que yo no quisiera reconocerlo).
No. Simplemente se fue. Se ha ido para siempre.
Ya no hay planes conjuntos ni comunes. Ya no hay nada.
Solo lo que yo sigo sintiendo por él. Solo mi necesidad de saber cómo está.
Y el vacío inmenso que siento. A veces incluso mientras le escucho hablar al otro lado de la línea, a muchos kilómetros de mí, en otra provincia.
En otra vida. En la que era su vida real. En la vida en que yo nunca existí.
Sólo vacío.
Y…y que más da ya todo.

No hay comentarios: