Aquel día se había convocado una huelga general.
Como todas las huelgas, era algo voluntario, claro. El problema era que aunque una quisiera ir a trabajar, al depender del transporte público la cosa se complicaba. Bastante. Y alegar eso para no acudir al trabajo no era válido: al tratarse de una huelga descontarían el día tanto en sueldo como en cotización. Y con un sueldo inferior al mileurismo no estaba el tema para andar con juegos.
El recurso para no acudir pero oficialmente no estar faltando era pedir el día a cuenta de vacaciones. Pero la empresa ya había dicho que no se iba a conceder ese día como vacaciones, Ni recuperable por horas. Y punto.
Yo siempre he sido de las que nunca piden nada. Y ese año no había cogido ni un solo día en verano (básicamente porque había vuelto a la empresa en junio y no tenía días devengados. Y por falta de planes. Pero en la empresa vieron el cielo abierto: cubrían el servicio y podían enviar mis llamadas a las auditorías externas sin pasar filtro alguno porque eran todas perfectas). Yo nunca pido nada. Y por eso cuando pido algo…es raro que me lo denieguen. Y pedí ese día de huela general a cuenta de vacaciones y en concepto 'asuntos propios'.
No sé exactamente qué alegué. Creo que algo de tipo familiar y mostrándome muy sorprendida de cara a la galería cuando me di cuenta de que coincidía, oh cielos, con la jornada de huelga.
Me lo concedieron. Fui la única persona de la empresa a quien le dieron ese día libre de forma legal.
En esas fechas llevábamos semanas de tonteo mutuo. Fundamentalmente cuando quedábamos algunos viernes tras salir yo del trabajo y con la excusa de que él vivía en el barrio. Tonteo sutil con algún comentario por su parte algo más subido de tono…que yo replicaba sin sonrojo alguno. Era un juego divertido, sin más.
En esas fechas yo ya me había enamorado de él. Enamoramiento sin aspiración ni pretensión de reciprocidad alguna. Me gustaba estar a su lado, me gustaba verle, me sentía bien con él. Algunas noches hablábamos un rato por teléfono. También alguna mañana, antes de irme yo a trabajar (de lunes a jueves tenía turno de tarde, los viernes de mañana. Horario raro e incompatible con otro trabajo). Aquel verano nuestras conversaciones eran casi la crónica de un concierto que estaba preparando con unos amigos. Los ensayos y tal.
Nunca tuve la certeza, como en tantas cosas, de que aquel concierto se celebrase. Nunca supe si esos amigos realmente existieron. Nunca le vi ni escuché tocar la guitarra, cantar. Nunca vi ni una sola foto al respecto de eso que al parecer era una afición de años.
Nunca se me pasó por la imaginación dudar de ello ni cuestionármelo.
Ni entonces ni…, ni hasta hace relativamente poco. Cuando me di cuenta de todo lo enumerado: catorce años más tarde, ni un solo detalle de que nada de aquello existiese en algún otro sitio que su imaginación y su capacidad para fabular.
Ese día me quedé en casa. Y no sé si le llamé o me llamó. Creo que fue lo segundo. Incluso creo que antes hubo algún sms preguntando por la huelga…, no sé bien. No lo recuerdo como una llamada sorpresa.
Y… Y fue la primera llamada larga, absolutamente larga, entre nosotros. Unas tres horas. La primera llamada de larga duración de muchísimas. Porque lo raro es que nuestras llamadas fuesen inferiores a media hora y casi todas rondaban las dos horas.
Y… Y si tuviese que fijar una fecha en que nuestra relación pasó del simple tonteo de amigos con comentarios esporádicos de índole sexual a ser el inicio de algo más…fue ese 29 de septiembre de 2010.
Mientras medio país estaba de huelga general o manifestándose, yo hablaba de sexo con él tumbada sobre mi cama. Y pensando en que igual no era tan disparatado pensar que eso que me estaba contando o proponiendo no pudiese ser verdad en un futuro muy próximo. Y que no pudiese terminar conmigo, desnudos y pasando del sexo verbal al oral y en esa misma cama…
La noche anterior, yo había escrito y publicado en este mismo blog un texto titulado "Soñar el camino de tus manos". En esas fechas él leía este blog (desde hace años, ni lo sé ni me importa. De hecho, no creo que lo lea. Y menos desde que el blog cambió de plataforma).
Esa tarde la excusa para llamarme fue ese texto. Éste texto que ahora copiaré aquí.
Esa tarde de hace 14 años es la que marco en mi calendario mental como 'el día en que empezó nuestra relación'.
Nunca hubiese imaginado que, justo 14 años más tarde, yo iba a decidir que se terminaría del todo, para siempre y sin más posibles contactos de ningún tipo.
Porque aunque le siga queriendo, aunque no haya un sólo día en que no le eche de menos y desee y necesite verle, hoy ya no soy capaz de imaginar un futuro en que sus manos caminen por mi cuerpo.
Soñar el camino de tus manos. 29/09/2010
» Sueño tus manos deslizarse por mi cuerpo. Descubrirlo tú y redescubrirlo para mí. Descubrir qué puedo sentir cuando me tocas.
Sueño que tus dedos se recrean en mi pecho, lo tantean, lo sopesan, lo despiertan. Que tus dedos me rozan y que luego es tu boca la que repite el mismo camino, y toda mi piel se tensa, se convierte en un campo de minas, y las noto estallar en mi columna vertebral, a cada roce de tus labios. Que el calor de tus manos es hielo y estremece mi piel, que siento arder por dentro.
Te sueño deslizando tus palmas por mi espalda, las yemas de tus dedos en mi cuello, las uñas que no me arañan. Tus labios y tu lengua, sin besarme, simplemente rozándome, haciendo que te desee, sujetando mis manos con las tuyas. Haciéndome esperar y desearte, aún más de lo que ya lo hago siendo un sueño.
Sueño que me recorres con tus manos. Que deslizas tus dedos a mis caderas desde mi pecho, dejando que sea tu boca quien ahora ocupe su lugar, en esa piel que has despertado y te está llamando a gritos. Que me besas con los labios y los dientes, hasta ese límite justo en que el placer sería dolor, ese límite que el deseo aparta y se lleva tan lejos y que yo ya sé que no sobrepasaré contigo.
Y te sueño ascendiendo por mis muslos, tus manos que entre mis piernas sabrán qué resorte exacto deben tocar, para hacer que te desee aún más, si cabe. Tus dedos, que ahora visitan mi boca para que los reconozca, los lama y busque en ellos el sabor de mi propia piel. Y que, después, sean tus labios quienes ocupen su lugar y por fin me permitan besarlos, mientras sueño que siento cómo tus dedos buscan entrar en mi cuerpo, que ya no puede ni quiere esperar más y sueña que todo es luz y todo es el tacto de tus manos, de tu piel, ocupándome entera…»
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